Cultura

El justiciero del antifaz

  • En 1940 las aventuras de 'El Zorro' saltaron a los comics y la 20th Century Fox produjo quizás la mejor de las versiones del héroe californiano

La primera novela que tengo conciencia de haber leído fue una edición con ilustraciones de Las aventuras de Dick Turpin una obra del autor inglés William Harrison que se inspiró en un bandolero real para relatar las andanzas de un salteador de caminos en la Inglaterra de principios del XVIII. A lomos de un caballo negro, con antifaz, casaca roja, tricornio y unas botas altas negras que le llegan a medio fémur, Dick Turpin venía a ser una especie de Robin Hood moderno que asaltaba los carruajes de los ricos para repartir el botín entre los más necesitados.

Casi un siglo después, en 1919, el periodista Johnston McCulley se inspiró la historia de Dick Turpin para escribir La maldición de Capistrano una novela corta que se publicó por entregas en la revista All-Story Weekly. Su protagonista era un justiciero vestido de negro con sombrero y capa, la cara cubierta con un antifaz y una espada que manejaba con particular destreza; su nombre era El Zorro y como muchos otros personajes de ficción basaba su atractivo en una doble personalidad secreta y contradictoria.

El Zorro tiene dos rostros bien distintos, uno, el del frívolo, flemático, ocioso y un punto amanerado don Diego de la Vega, hijo de un poderoso hacendado de la Alta California en la época de la dominación mexicana; el otro, el del intrépido y varonil Zorro, una especie de vengador embozado hispano-californiano, que justificaba con la nobleza social de sus acciones en favor de los más humildes y explotados, el saqueo al que sometía a los poderosos. Siendo ya un actor famoso por sus papeles de galán romántico, Douglas Fairbanks leyó La maldición de Capistrano en el transcurso de su luna de miel en Europa tras su boda con la actriz Mary Pickford, una de las máximas estrellas del cine mudo. A su regreso a Hollywood, Fairbanks contrató a Fred Niblo para que le dirigiera en la versión cinematográfica del libro que tanto le había entusiasmado.

La marca del Zorro es la primera de las cerca de 60 películas que se han rodado sobre el jinete enmascarado y la que, en gran medida, definirá las "esquizofrénicas" características esenciales del personaje: Don Diego de la Vega es afectado y acobardado, viste ropa con encajes, inhala rapé y es perezoso por naturaleza. Unos rizos sobre la frente ( a lo Estrellita Castro) y una peca bajo el labio componen una imagen blanda y afeminada que cambia radicalmente al transformarse en El Zorro.

Atlético, vigoroso, un bigote postizo le confiere virilidad, la cabeza cubierta con un pañuelo negro anudado y un sombrero de ala ancha del mismo color; con un antifaz negro disimula sus facciones y viste traje, fajín, guantes y capa negros; sus armas son un revólver y una espada que maneja con gran pericia (Fairbanks contrató a un maestro de esgrima belga para asemejarse a un auténtico espadachín) y con la que a menudo y a modo de firma, dibuja una Z ya sea las paredes, el mobiliario... o en la piel de sus enemigos. El Zorro se enfrenta a las tropas del gobernador de California con la ayuda de su sirviente mudo Bernardo y el padre Felipe.

Lolita Pulido, una hermosa chica de origen noble venida a menos por el expolio que hacen las autoridades de la hacienda de su padre, tiene una curiosa relación sentimental con el protagonista: Se siente encandilada por el enmascarado y, al mismo tiempo, soporta con estoicismo el cortejo que, sin demasiado entusiasmo, le hace un Don Diego de la Vega de preocupante aire homosexual.

El capitán de la guarnición, Juan Ramón, también encaprichado de Lolita, intenta forzarla y al sorprenderlo El Zorro ambos protagonizan un emocionante duelo a espadas de previsible final. La película fue un gran éxito y en 1925 Douglas Fairbanks retomaría el personaje en Don Q el hijo del Zorro, la trama se desarrolla en España donde el hijo de Don Diego viene a estudiar, Fairbanks hará de padre, de hijo y, por supuesto, de El Zorro.

En esta aventura, como novedad, el personaje incorporó a su arsenal ofensivo el látigo, un utensilio que, más de medio siglo después, recuperaría para el cine con gran éxito un tal Indiana Jones. Ya con el cine sonoro la modesta productora Republic se apropia del personaje y rueda dos series de doce episodios cada una: Zorro rides again y Zorro fighting legion.

En 1940 las aventuras de El Zorro saltaron a los comics y en ese mismo año la 20th Century Fox produjo quizás la mejor de las versiones del héroe californiano: El signo del Zorro dirigida por Robert Mamoulian y con Tyrone Power interpretando soberbiamente el papel de Don Diego de la Vega.

En esta ocasión El Zorro tendrá como antagonista al maquiavélico capitán Esteban (encarnado por Basil Rathbone que consigue aquí dar vida a uno de los mejores villanos de la historia del cine). La película es un clásico del cine de aventuras , repleto de trepidantes escenas de acción y con Tyrone Power componiendo un Zorro más romántico, pícaro y astuto que el de Fairbanks. Con el paso del tiempo se ha convertido en una obra maestra del género. A lo largo de los años se han ido filmando nuevas versiones de la historia algunas tan exóticas como Las hijas del Zorro (Rosa y Lupe heredan las habilidades con la espada de su padre y las utilizan para sacarlo de la cárcel) y "Estos zorros... locos, locos, locos" ( donde, por fin, el zorro clásico está acompañado por su hermano gemelo... un zorro homosexual).

La última versión del justiciero del antifaz ha sido La máscara del Zorro donde un ya decrépito Zorro (Anthony Hopkins) pasa el copyright del personaje a un bandido (Antonio Banderas) que -para que todo quede en familia- acabará casándose con la hija del viejo Zorro (Catherine Zeta-Jones). El momento más recordado del film es la escena en la que Banderas muestra su habilidad para desnudar a una mujer usando solo la punta de su espada... convertida para la ocasión en sugerente símbolo fálico.

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