Y llegó la hora de los incondicionales de Sabina
Concierto Serenatas de la Luna Joven
El cantautor repite éxito en Málaga con su 'Vinagre y rosas' en un Auditorio que estuvo prácticamente lleno y en el que volvió a dedicar sus versos a la ciudad
"De madrugada y por la puerta de servicios me pasabas el hachís, al borde del precipicio, jugábamos a Thelma y Louise. Pero esta noche estrena libertad un preso, desde que no eres mi juez. Tu vudú ya pincha en hueso, tu saque se enredó en red. Dónde crees que vas, qué te parece que soy, no mires atrás, que ya no estoy". Sabina en estado puro en este fragmento de Tiramisú de limón, que ayer desgranó el jiennense en un Auditorio Municipal que estaba prácticamente lleno.
El sofocante calor no impidió que miles de seguidores del cantautor saltaran, cantaran y sudaran con cada una de las canciones que Sabina trajo a Málaga y que tenían como referente especial su último disco, Vinagre y rosas, que sacó al mercado en noviembre del año pasado y con el que repite visita a la capital malagueña tras dar otro concierto en el Palacio de los Deportes José María Martín Carpena en diciembre. Las notas de Lili Marleen comenzaron a sonar puntales, apenas pasadas las 22:30, y tras ellas las canciones que todos esperaban.
Sabina inició la gira española el 20 de noviembre en Salamanca. A inicios del presente año decidió rememorar éxitos pasados en Latinoamérica -aún está muy presente en el recuerdo de todos los fans el directo de Nos sobran los motivos- y ofreció 12 conciertos en Chile, Argentina y Uruguay. A sus 61 años, y dispuesto a seguir dando guerra y cantando a la Magdalena, inició el pasado 12 de junio una segunda gira por España que le trajo ayer de vuelta a esta ciudad a la que ya dedicó un poema en su último concierto en diciembre y que rezaba "uno acaba nunca la misma canción, bajo un cielo huérfano de estrellas, luego llega la hora de alzarse el telón, y uno vuelve a Málaga la bella". Olé y público más entregado que nunca. Ayer, claro, dedicó otro poema a la ciudad, esta vez aliñado con espetos, boquerones, El Palo, las "muchas tetas" que se ven en sus playas y hasta con el pulpo Paul. En su vena poética, a la que regresó a menudo, se acordó del granadino Luis García Montero, cómplice y padrino en el oficio de los versos.
No hubo que lamentar, afortunadamente, el corte de luz que se padeció en el concierto que dio en el Auditorio en 2007 -ayer la gente cruzaba los dedos- y que mantuvo parado el espectáculo durante una media hora. En aquel momento, Sabina, torero, se fue, volvió y, con un par de bromas, se metió al respetable en el bolsillo en menos de 30 segundos. Ayer no hizo falta, pero estuvo tan ingenioso como siempre. Su dictamen fue la crisis fue tan tajante como emotivo: "Es milagro, con la que está cayendo, poder venir a veros dos veces en el mismo año". Los incondicionales cantaron a degüello todas las canciones del Vinagre y rosas, del que ya se han vendido 400.000 ejemplares en todo el mundo en menos de un año. Los seguidores las tararearon y, eso sí, lo dieron todo cuando regresó el Sabina de antaño, el de Aves de paso, el de Peor para el sol y Medias negras.
Con la voz tan rasgada que corta el aire y algún que otro oído pero con ese aire de perla que tanto le gusta a sus seguidores y en el que Sabina se siente en su salsa, vino, cantó, y se largó. Próxima parada, mañana en Huelva. Tan joven y tan viejo, like a rolling stone.
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