'Málaga, verso en azul', el libro que protagoniza la ciudad, de Rafael Porras y Salvador Moreno Peralta
"Ña gente no viene a ver torres, viene a ver lo que Málaga ha tenido toda su vida", defendió el arquitecto
Salvador Moreno Peralta reivindica la figura del malagueño Moreno Villa en la Generación del 25
Una nueva mirada íntima sobre Málaga se plasma sobre las páginas de Málaga, verso en azul, el nuevo libro de Rafael Porras, ilustrado por Salvador Moreno Peralta. El escritor insistió en que su propósito era que la obra sirviera para "aprender a ver a Málaga y a vivirla". "Soy un granadino que ejerzo de granadino, pero soy malagueño. Como decía Alcántara, en Málaga no es necesario vivir ni estar empadronado, basta con tener empadronado el corazón", dijo.
La presentación de ayer, moderada por Manu Sánchez en el Auditorio Christine Ruiz-Picasso, dejó claro que el volumen nace de dos lenguajes distintos pero complementarios. "Son dos pilares, el texto y la ilustración, y tienen que ir de la mano", afirmó el humorista, que también definió la obra como "uno de los retratos hiperrealistas más honestos de una ciudad como Málaga".
Porras confesó que desde el principio evitó una palabra que suele abundar en la literatura dedicada a la ciudad. "No menciono la palabra 'paraíso' porque no quería caer en eso", explicó, y añadió: "Ha sido un ejercicio que ha costado, buscar los sinónimos para describir lo que es el paraíso sin decir que es el paraíso". Recordó que el libro "no es un recorrido sistemático sobre todos los aspectos de Málaga", sino su Málaga, su gente y "muchas de las Málaga que hay".
Moreno Peralta intervino con ironía para describir su papel como ilustrador: "Mi presencia es caótica". A su parecer, ese caos –estudiado– refleja con precisión el espíritu malagueño. El arquitecto propuso incluso un género para definir la obra: "Si se tiene que hacer una especie de novela sentimental de Málaga, en la cual el personaje es Málaga, Málaga es como los músicos llaman un 'bajo continuo', siempre está presente, pero nunca definida".
Esa indefinición, explicó, no es un problema, sino un gesto de apertura. "El lector tiene que ponerle lo que le falta al libro", dijo. Moreno Peralta cree que solo lo podía escribir alguien de fuera, pero con conocimiento de dentro, la "precisión de lo impreciso". "Si fuera alguien de aquí, probablemente cerraría demasiado las descripciones, y este libro tiene que ser abierto", comentó.
Porras mencionó uno de los capítulos clave, Mar de Alcántara, para explicar el carácter histórico de esa apertura malagueña. "En esta ciudad se ha producido un fenómeno que no se ve en todas, hay gente que ha acabado aquí en vez de en otros muchos sitios", compartió. Y justificó esa condición de lugar de acogida recordando que "sol y mar hay en Alicante o Murcia", pero que "los poetas del 27 terminaron aquí" igual que antes lo hicieron "los fenicios, los romanos y los árabes".
El escritor defendió la existencia de un "biotopo" singular: "En Málaga se produce un fenómeno muy difícil de explicar: un biotopo que permite que gente de fuera se sienta en su casa y con su libertad, cosa que no tienen otras ciudades". Y añadió que el peso de la simbología malagueña es difuso, pero poderoso: "Hay ciudades cercanas que tienen un peso monumental e histórico que la define. Eso no lo tiene Málaga, pero te ofrece un abanico de símbolos y mitos que la definen en su totalidad".
Entre esos mitos, Porras enumeró algunos que considera fundamentales: "La biznaga, que es la no planta más maravillosa; el espeto, una obra de ingeniería gastronómica insuperable; el disfrute, el mar, la felicidad". Para él, son elementos que no existen con la misma carga simbólica en ningún otro lugar.
Moreno Peralta recordó cómo a Málaga "le han pasado cosas muy malas que le han venido muy bien", empezando por su posición entre "tres ciudades abrumadoras como Sevilla, Córdoba y Granada". No haber sido capital, dijo, la dejó "un poco cuesta abajo". Rememoró el planeamiento de 1983: "Había muchas industrias funcionando, Málaga empezó a destrozarse bastante en la posguerra a base de destrozar la ciudad".
El arquitecto situó en la etapa democrática el punto de inflexión. "Ha habido otro momento fundamental y tiene mucho que ver Francisco de la Torre: de repente empezamos a ver algo". Para él, el éxito actual parte de tres pilares claros: turismo, cultura y tecnología. Y añadió: "Lo que faltaba era branding y marketing, se ha publicitado muy bien esta ciudad, con los museos…".
Porras apuntaló esa reflexión recordando que "todas las ciudades han cambiado en las últimas tres décadas, ninguna como lo ha hecho Málaga". Y atribuyó parte de esa transformación a una sucesión de alcaldes: "Málaga tuvo a Pedro Aparicio y es el germen de muchas de las cosas que tenemos aquí, es el primero que introduce autoestima en esta ciudad: convertirla en la gran capital del sur de Europa y poner los primeros cimientos".
El escritor también destacó la continuidad posterior: "Celia Villalobos y el actual alcalde apuestan por una ciudad de éxito". Mencionó iniciativas decisivas como el Teatro Cervantes, el Parque Tecnológico o la peatonalización de la calle Larios. "Ha evolucionado esta ciudad de una manera potencial", afirmó, sin ocultar que "por supuesto tiene muchos problemas" como la vivienda, aunque son globalizados y pasa en otras ciudades.
Manu Sánchez introdujo el debate sobre la potencia cultural y musical presente. "Se habla de la salud cultural y musical de una Málaga muy cerquita en el tiempo, los mejores suelen ser de aquí". Y citó a Pablo López, Vanesa Martín o Pablo Alborán como ejemplos. Porras volvió a la idea de la creatividad como seña local y nombró a Torremolinos como epicentro histórico: "No solo venían a beber y disfrutar, venían a desarrollarse y liberarse". En música, destacó "un puzzle de gente que no participa en las corrientes tradicionales y es más creativa", poniendo como ejemplo a Danza Invisible.
Moreno Peralta llamó a no perder la perspectiva del riesgo. "De éxito no se muere nunca, se muere de fracaso", advirtió. Y alertó contra la tentación de convertir Málaga en "un Dubái de provincia". Para él, la clave está en recordar que "la gente no viene a ver torres, viene a ver lo que Málaga ha tenido toda su vida". Con respecto a las vistas desde la Alcazaba hacia el puerto, refirió que es "una pena" que quieran "romper las vistas" con un "pirulí".
"En esta ciudad existe una sociedad crítica muy importante que no existe en otras", apuntó Porras, y dijo que "hay muchas Málaga, no solo una, todas confluyen y no son incompatibles". También confesó que su libro "apenas incide" en episodios como la guerra y la posguerra, pero espera que "pueda servir a los malagueños y a los de fuera, que valoren cosas que no valoran lo suficiente".
Moreno Peralta eligió sus lugares esenciales: el Rectorado, el Banco de España y el Ayuntamiento, y los jardines de Pedro Luis Alonso y de la Alcazaba: "Es una de las imágenes más hermosas que tiene Andalucía". Y Porras reveló también su postal favorita: "Me quedo con la Plaza de La Merced, es un sitio ideal para encontrarse con uno mismo".
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