Lo mejor, Pamela
THE LAST SHOWGIRL | CRÍTICA

La ficha
*** 'The last showgirl'. Drama. Estados Unidos. 2024. 86 min. Dirección: Gia Coppola. Guion: Kate Gersten. Música: Andrew Wyatt. Fotografía: Autumn Durald. Intérpretes: Pamela Anderson, Kiernan Shipka, Brenda Song, Jamie Lee Curtis, Dave Bautista.
Una buena idea: recuperar a la playmate y actriz de visibles méritos de la serie Los vigilantes de la playa para que interprete a una madura bailarina de Las Vegas cuyo espectáculo de segunda fila se suspende por deserción o muerte biológica de su público después de estar 30 años en escena. Y, a partir de ahí, seguir su trayectoria de supervivencia apuntando a los temas del descarte de las mujeres -sobre todo las artistas- maduras y la reconstrucción de su vida personal y su relación con su hija en una Las Vegas que ya no reconoce ni la reconoce a ella. A la vez que permite comparaciones entre su intérprete y su personaje, tan obsoleto hoy el universo de Los vigilantes de la playa como los espectáculos de plumas y lentejuelas, reivindicando para Pamela Anderson, sex symbol a medias olvidado, un estatus como actriz de comedia dramática.
Un problema: ni el guión de Kate Gersten desarrolla del todo las posibilidades melancólicas de esta historia agridulce, ni la dirección de Gia Coppola (nieta de Francis y sobrina de Sofía, dedicada sobre todo al vídeo musical y autora hasta ahora de dos largometrajes de desiguales resultados, Palo Alto y Popular) da con el tratamiento, tanto en su intento de darle un aire de cine verdad como en la planificación. Para subrayar el paso del tiempo por el rostro de Pamela, su tristeza o su fuerza, y para crear una especie de intimidad emocional entre el espectador y la mujer real escondida tras el ex símbolo sexual -una víctima de su época, un icono fabricado a la medida del deseo masculino- que se presenta ahora sin maquillaje y en ropa de casa no era necesario tanto abuso de primeros planos, ni recurrir a molestos efectos de cine independiente, especialmente la cámara libre o en mano.
Un valor: hay buenos momentos gracias a la presencia de la actriz -la primera secuencia, por ejemplo- que se convierte a lo largo de todo el metraje en la única razón de ser de la película: ver a Pamela Anderson a los 57 años -la misma edad de la protagonista- representando eso tan americano que es la ‘resurrección’ de un mito de la cultura popular de menor nivel a la que se le da una oportunidad en lo que se supone, o al menos así parece considerarlo Gia Coppola, alta cultura.
Un buen, aunque no original, tema. Una presencia más que apreciable de Pamela Anderson flanqueada por un buen Dave Bautista, una desencadenada Jamie Lee Curtis y una sobria Billie Lourd. Algunos, pocos, buenos momentos de melancolía. Pero un tratamiento insuficiente. Me dio por pensar -aunque sé que no debe hacerse- qué jugo hubiera sacado del icono de Pamela Anderson como madura showgirl en un mundo extinguido el Paul Thomas Anderson de Sidney, aquella gran película de perdedores en Las Vegas.
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