Cultura

Los mil y un ruiseñores

  • El dibujante malagueño José Pablo García firma hoy en la Feria del Libro ejemplares de 'Las aventuras de Joselito', un cómic biográfico y poliédrico

Si el precepto clásico por el que cada individuo contiene a su vez otros muchos resulta a estas alturas digno de crédito, entonces la historia de José Jiménez Fernández adquiere, sin remedio, rango universal. Nacido en 1943, Joselito fue el Pequeño Ruiseñor entre 1956 y 1962, un periodo demasiado breve en el que el niño de la voz de oro, a quien quisieron convertir en un Peter Pan eterno a costa de su cordura, vendió millones de discos, llenó los cines de medio mundo, tuvo comiendo de la mano a Pier Paolo Pasolini y Juan XXIII y regaló a la España gris de su tiempo el emblema perfecto: un niño que no habría de crecer nunca. Pero Joselito creció, ardió, perdió su voz a los 19 años y su vida posterior incluye episodios como su participación en la guerrilla angoleña y su estancia en prisión en España, hasta su dudoso rescate merced a Torrente y ciertos programas de televisión. Semejante legado biográfico se ha convertido en manos del dibujante malagueño José Pablo García (ganador del Premio Desencaja en 2012 por Órbita 76, un álbum facturado junto a Gabriel Noguera) en Las aventuras de Joselito, un abrumador cómic que, a modo de objeto poliédrico, revisa la historia del cantante asignando a cada episodio un registro del género distinto. En un alarde de virtuosismo, García sirve así en bandeja un festín que aborda tanto el noir, el tebeo de superhéroes, la escuela clásica de Bruguera, el manga y otros muchos estilos. La editorial Reino de Cordelia lanzó recientemente el libro y la segunda edición no tardó en caer. Su autor firmará ejemplares hoy a las 19:00 en la caseta de Luces de la Feria del Libro.

Explica García que el proyecto comenzó con el hallazgo de ciertas similitudes en las biografías de Joselito y, atención, Arthur Rimbaud: "Rimbaud estuvo en Etiopía traficando con armas, y Joselito trabajó para la guerrilla en Angola. Joselito perdió la voz con 19 años, justo la misma edad a la Rimbaud dejó de escribir. Así que se me ocurrió que Joselito podía representar una especie de reencarnación de Rimbaud. Al principio era como una broma, la idea habría dado como mucho para una historia corta. Pero justo entonces encontré por casualidad las memorias de Joselito en una librería de ocasión, y leyendo sobre su vida descubrí que, más allá de las coincidencias con Rimbaud, había mucha tela que cortar y muchos episodios que poca gente conocía". El envite, por tanto, ya estaba sobre la mesa, pero aún faltaba por producirse otro descubrimiento fundamental: "Al año siguiente decidí volver al tema y hacer una historieta sobre la vida de Joselito. Lo que terminó de impulsarme en este sentido fue comprobar que podía hacer el proyecto dibujando cada episodio con un estilo distinto. Era algo que siempre había querido hacer pero nunca había encontrado la historia idónea. Al fin, vi que Joselito cumplía todos los requisitos. Y es un milagro, porque no hay muchas biografías que puedan abordarse de esta manera con un resultado coherente. Joselito me permitía además vincular cada estilo a una época concreta, así que todo ha resultado bastante enriquecedor".

El mismo José Pablo García cita entre los cómics precedentes que han empleado este mismo recurso multiestilístico Los sueños del niñato, el clásico tebeo underground de Miguel Gallardo, en el que cada capítulo recrea los delirios derivados del síndrome de abstinencia que sufre el protagonista. Pero Las aventuras de Joselito es, necesariamente, en su empeño en registrar los muchos vértices de una misma vida, otra cosa. Apunta el autor que, en gran medida, "este trabajo responde a una especie de aburrimiento de mí mismo, en correspondencia con la propia experiencia vital de Joselito. Él llegó a sentir un fuerte autorrechazo, sólo se encontró a sí mismo después de dar muchos tumbos, y mi trayectoria como dibujante es parecida. Abordé Joselito como un reto porque quería dar un cambio de rumbo a mi trabajo, y de paso hacerme una especie de portafolio con varios estilos para poder mostrarlo, incluso con una finalidad laboral".

Gran parte del esfuerzo invertido ha sido dirigido a la documentación, un aspecto en el que García ha querido ser "muy escrupuloso, porque hay etapas de la vida de Joselito que son muy confusas, como el asunto de la detención y su estancia en Angola. Las fuentes son contradictorias y a menudo me ha costado encontrar los términos medios. Pero lo más complicado no ha sido tanto dar con la documentación de tal época sino desarrollar tantos estilos sin copiar ni mimetizar a nadie". Ciertamente, aquí se da una lección propia y magistral. En honor a Joselito.

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