Arte

El montaje es el mensaje

  • La muestra de Tal R en el CAC alude a las vanguardias históricas, al arte popular y también a escenas de la cotidianeidad y al infinito arsenal de los medios de masas

Ésta sería otra crítica bien distinta si el montaje de esta exposición fuera otro, es decir, si el montaje fuera el habitual al que se nos tiene acostumbrados teniendo en cuenta que se exponen dibujos, pinturas y linograbados (los vídeos lo hacen en el anexo Espacio 5), y no tomara forma de lo que es: de una instalación. La articulación de ésta, el montaje en sí, no es sólo cuestión de esteticismo, de soluciones más o menos ingeniosas o de procurar traslaciones del particular universo de Tal R al espacio de la sala de exposiciones, es decir, no redunda exclusivamente en un carácter expresivo, lo es principalmente conceptual, toda una estrategia artística. Con él -y en él- Teeneager beach se densifica, adquiere más profundidad crítica y obtiene nuevos matices que exceden a los que de por sí ya cuenta el extenso y variado conjunto de piezas expuesto.

Sin duda sería otra crítica, en la que destacaríamos la multidisciplinariedad de Tal R y, por encima de todo, su peculiar estilo pictórico, un estilo basado en el no-estilo -valga la paradoja-. El artista danés, de origen israelí, ha ido haciendo de su pintura un espacio en el que mostrarse tanto como ocultarse tras continuos e insospechados cambios estilísticos, así como tras una sorprendente síntesis de éstos, en algunos casos antagónicos como la abstracción y la figuración (desde la abstracción geométrica a otras con distintos grados de iconicidad; y desde una figuración expresionista al decorativismo, pasando por otras de mayor definición e impacto visual como la señalética).

Asimismo, la cita y la apropiación se presentan como sendos recursos procedimentales, de modo que observamos alusiones, a través de recursos estilísticos y formales, a las vanguardias históricas, al arte popular, a manifestaciones ajenas a la tradición occidental, o a movimientos más cercanos en el tiempo, pero también escenas de la cotidianeidad y el infinito arsenal de los medios de masas; temáticas usuales de la historia del arte (el bucolismo de las bañistas de principios del XX parece latir en Teenager beach); o paráfrasis de obras y autores concretos (Picasso, Matisse, Kees van Dongen, Füssli o Baselitz, por citar sólo algunos).

En cualquier caso, y a pesar de ese no-estilo, la figuración denigrada de Tal R se alinea con la tradición expresionista y neo-expresionista de los países nórdicos y centroeuropeos; tradición que reelabora con estas contaminaciones, enriqueciéndola con debates meta-pictóricos y meta-artísticos.

Este modo de hacer, que cabría calificar de sincrético, alberga un proceso de re-nivelación jerárquica en el que se dan cita multitud de referentes y estímulos heteróclitos. En cierto modo, sus obras se constituyen como un ejercicio de evocación de un gusto e intereses propios tanto como un espejo de la tormenta de imágenes y estímulos que el ciudadano del siglo XXI recibe. Tal R atiende a todos esos estímulos seleccionándolos para sus obras por empatía y vacilando, en muchos casos, entre la narración o la mera presentación. Y en medio de ese bombardeo de estímulos se halla el espectador, fluctuando entre estados de sugerencia o de asombro y otros de desconcierto y desubicación, al borde del colapso perceptivo e interpretativo, y, quizá, alcanzado un estado de conciencia de su 'status' de sujeto pasivo ante la inflación visual a la que se halla sometido.

Este proceso sincrético adquiere para el artista el sobrenombre de Kolbojnik (sobras en hebreo), ya que Tal R, al seleccionar un referente (preexistente) para una nueva obra, lo convierte en una suerte de sobra del superávit de información visual-cultural. El artista emplea otros procedimientos como el calificado de minimalismo sucio, esto es, exponer un motivo a continuas variaciones en distintas obras de modo que lo seriado devenga distinto y experimente las innumerables posibilidades de la pintura que hacen de una imagen (de una realidad) múltiples versiones (una y muchas a la vez).

O la auto-imposición de reglas en el proceso pictórico encaminadas a emplear una paleta previa de colores (siete por lo general) que limite el proceso de libertad creadora pero que potencie las combinaciones cromáticas. Especialmente sugerente resulta cómo confronta lo plano con lo volumétrico, haciendo que algunos motivos sobresalgan de la realidad bidimensional del cuadro debido a la cantidad de materia pictórica aplicada.

Como podemos apreciar, tras su estilo del no-estilo subyacen cuestiones en torno al propio proceso pictórico y a la naturaleza de la pintura. Y en esto que el montaje irrumpe como parte del mensaje, ya que el modo en el que algo se presenta configura el modo en que ese algo es comprendido.

Tal R, como en su pintura, convierte el espacio expositivo en opresivo y colapsado, y, fiel a sí mismo, rompe las jerarquías y los esquemas de presentación y recepción de la obra de arte (cuadros sobre pedestales, cuadros en horizontal o a ras de suelo). Junto a las cuestiones en torno a la pintura que desde la pintura realiza gracias al montaje aborda otras cuestiones del arte desde el arte. A saber: una primera acerca de la reproducción, reproductibilidad, original-copia y el aura de la obra de arte gracias a que repite obras (originales de originales) para que sean pisadas por el público; y la segunda acerca de la sacralización de la obra de arte: ¿adquieren este status sagrado una vez colgadas mientras que en horizontal y bajo nuestros pies no lo son? Pisen ustedes mismos.

CAC Málaga C/ Alemania, s/n Málaga Hasta el 6 de septiembre

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