Cultura

Una oferta que no podrás rechazar

  • Al director le costó dios y ayuda convencer a los ejecutivos de la Paramount para que le dieran el papel protagonista de 'El padrino' a un Marlon Brando que arrastraba una merecida fama de conflictivo.

¡Otra vez la estás viendo! Es la frase que me suele repetir mi mujer cuando descubre, sorprendida, que nuevamente me he "enganchado" -como se dice ahora- a cualquiera de las tres partes de El Padrino cuando las ponen en algún canal de televisión. Aunque tengo en video las películas (en su montaje original y en una posterior versión con el montaje cronológico), la mayoría de las veces las veo de forma inesperada, al encontrármelas en un rutinario zapping porque, remedando la escena en que el "Don" le garantiza al pusilánime cantante Jonny Fontane que será capaz de convencer a un famoso productor de Hollywood para que lo contrate en su próxima película (el persuasivo argumento que emplearan sus sicarios será el introducirle en la cama, mientras duerme, la cabeza recién cortada de su caballo de carreras favorito: Jartum), El Padrino es "una oferta (cinematográfica) que nunca puedes rechazar".

A pesar de las múltiples revisiones, siempre encuentro un detalle, un plano, un movimiento de cámara o una expresión de algún actor que antes me habían pasado desapercibidos. Cuando la mayoría de las películas apenas son capaces de mantenernos sentados en la butaca hasta que la palabra "fin" aparece en la pantalla (verlas una segunda vez entraría en la categoría de martirio), El Padrino resiste sin inmutarse el que se escudriñen sus fotogramas en busca de nuevos y sutiles matices,la potencia de su narración, el carácter arquetípico de sus personajes o el ritmo de su puesta en escena, hacen que ver de nuevo la trilogía sea tan sugestivo como la relectura de Cervantes o Shakespeare.

El director Francis Ford Coppola, no es, desde luego, Hitchcock, Wilder o Ford, es decir, cineastas cuyo talento sobresale en cualquiera de sus películas, por el contrario, exceptuando la saga de los padrinos y La Conversación (una magnifica reflexión sobre los problemas de conciencia de un experto en espionaje microfónico interpretado por el mejor Gene Hackman) sus demás obras se pueden calificar de irregulares y ni siquiera la afamada Apocalypse now, a pesar de la música de The Doors, el ataque de helicópteros a los sones de la Cabalgata de las valquirias y el Me encanta el olor a napalm por la mañana de Robert Duvall; deja alfinal satisfecho a los espectadores que o no la entienden o se quedan dormidos en la proyección.

Sin embargo, El Padrino es punto y aparte, más que una historia de gánsteres, más que la saga de una familia italoamericana de mafiosos, es una reflexión sobre el poder y la corrupción en América y, por extensión, en la sociedad moderna. La habilidad de Coppola reside en haber logrado rodar una historia que admite diferentes planos de lectura, desde el superficial de los tiros y la acción, hasta el profundo de las relaciones humanas y las servidumbres del poder; gracias a eso la película gusta tanto al público de "La guerra de las galaxias" como a los fans de Terrence Malick. Al director le costó dios y ayuda convencer a los ejecutivos de la Paramount para que le dieran el papel protagonista a un Marlon Brando que arrastraba una merecida fama de conflictivo. Tuvo que firmar una cláusula en la que se comprometía a no cobrar su sueldo si retrasaba el rodaje. El día de la prueba de fotografía y maquillaje, Brando utilizó la grasa de un queso italiano que cogió del tentempié proporcionado por el estudio, para alisarse el pelo y rellenó sus carrillos con pañuelos de papel hasta parecer un bulldog: el legendario D. Vito Corleone acababa de nacer.

El primer "Padrino" tiene secuencias memorables: la presentación de D. Vito, la boda de su hija, el asesinato de Sonny, Michael (Al Pacino) en el sanatorio intentando evitar que rematen a su padre y, sobre todo, la secuencia en que el benjamín de los Corleone tiene su bautismo de fuego asesinando al capitán McClusky y a Sollozo "El turco" en el restaurante italiano "Louis´s" -"pide la ternera, es estupenda"- le dice al corrupto policía, antes de ir a los lavabos a recoger el revólver con el que les dará el pasaporte al otro mundo. Parecía imposible mejorarla y, sin embargo, El Padrino II, tiene quizá el guión más redondo de toda la saga. La alternancia entre la llegada de Vito Corleone al Nueva York de principios de siglo y el comienzo de su actividad mafiosa en el barrio de Little Italy (el antecedente de la primera parte) y el relato del ejercicio del poder del "nuevo" padrino Michael (la secuela natural de la historia narrada en la anterior película) sigue resultando hoy absolutamente magistral. Al Pacino se supera en esta segunda entrega, Robert Duvall está genial (la tercera parte se resentirá de ausencia por una cuestión de honorarios) y Robert de Niro hace, probablemente, el mejorpapel de su carrera.

Cada vez la que la veo admiro la maestría de Coppola para lograr que cuando Michael manda asesinar a su hermano Fredo, el publico caiga en la perversión de identificarse con él: "Es una lástima -piensa el espectador- pero no tenía más remedio que hacerlo".

El Padrino, Parte III está rodada quince años después y es la más inquietante de la trilogía. En las dos primeras las cosas eran más simples: la familia y la violencia, gentes que con absoluta frialdad son capaces de volarle la tapa de los sesos a cualquiera y al mismo tiempo embelesarse con la sonrisa de un niño. En esta entrega existe mayor indefinición moral, la podredumbre alcanza a las altas esferas con cuyo contacto pretenden los mafiosos dignificarse. Un comienzo electrizante (el bautizo del niño intercalado con un sangriento ajuste de cuentas) y un final apoteósico (el montaje paralelo entre la representación de la ópera "Cavalleria rusticana" en Palermo y la masacre -con Papa incluido- a la que conduce la relación de los Corleone con el Vaticano) y entre medias, los oscuros negocios de la Iglesia con la Mafia. En el silencioso claustro de un monasterio Michael conversa con el Cardenal Lamberto (Ralf Valone): "Me ha pasado la vida intentando ascender socialmente. Mi meta era la legalidad... pero cuando he llegado, solo he encontrado corrupción y falsedad. ¿Dónde están los límites del infierno?" Frase lapidaria y de una vigencia que asusta.

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