Cultura

La palabra velada de Egipto

  • El egiptólogo Miguel Ángel Molinero disertó ayer en Málaga sobre un proyecto de documentación de los 'grafitis' del templo de Debod; inscripciones que relatan la huella de peregrinos, nómadas, cristianos y árabes

La fascinación de los europeos por Egipto tiene en el templo de Debod un cercano ejemplo para la idolatría. Ubicado en Madrid desde su donación en 1970 por el estado egipcio, es el mayor que existe fuera del país. Espacio de culto y peregrinación durante milenios, esconde tras sus muros la huella de árabes, cristianos, nómadas y viajeros del siglo XIX, cuyas inscripciones han permitido que eminentes egiptólogos como Miguel Ángel Molinero puedan documentarlas. Licenciado en Egiptología por la Sorbona y doctor en Historia Antigua por la Complutense, trabaja desde hace seis años en la traducción de los relieves y, lo más novedoso, de los grafitis de este magno templo. "Son una fuente de información distinta a la que estamos acostumbrados pero que aporta datos a veces curiosos y anecdóticos". Ayer acudió en Málaga a la última sesión del ciclo Cita con la Arqueología.

De esos viajeros del siglo XIX, "británicos en su mayoría", la epigrafía hallada -120 grafitis catalogados- traduce diarios de sus viajes, relatos de "cómo se encontraron a la población local, que tipo de recibimiento tuvieron, etc". Los testimonios describen además como estaba el templo en ese siglo -se construyó en el año 200 antes de la era-. "Saber quienes hicieron un grafiti nos permite buscar documentación sobre ellos en archivos y, a partir de ahí, encontrar información sobre el estado del templo: sus elementos arquitectónicos e inscripciones que ya han desaparecido", recuerda Molinero.

Precisamente la finalidad del proyecto -a punto de terminar- no es otra que lograr "dar el salto de esos elementos anecdóticos a una fuente de información histórica útil". Para ello se ha trabajado fundamentalmente con epigrafía digital, que evita tocar el edificio. "Consiste en fotografiar los relieves y dibujarlos digitalmente en el ordenador para su estudio", explica.

Uno de los fundamentos de este pionero estudio pasa por conocer los usos del templo de Debod, una vez se abandonó el culto pagano egipcio. "Tradicionalmente se dijo que no sirvió para el culto cristiano, pero hemos encontrado muchísimas cruces en un recorrido muy preciso", matiza Molinero. "Los grafitis permiten plantearse la posibilidad de que algún tipo de actuación religiosa o lugar de peregrinaje en época cristiana tuvo", añade. En este sentido, al equipo comandado por Molinero le llamó la atención que las inscripciones árabes estuvieran todas ubicadas en la entrada, "como intentado que quienes accediesen quedaran protegidos por textos del Corán, confesiones de fe y referencias a Mahoma, frente a las tentaciones de la antigua función religiosa que tuvo el templo", sostiene.

Entre los grafitis más antiguos se han hallado caravanas de dromedarios propias de los grupos de nómadas "que se ubicaban en una determinada región cuando el Imperio Romano dejó de tener capacidad de defensa", apunta el egiptólogo. Recurrían a la representación de estos animales "porque eran elementos de poder, de fuerza. Curiosamente están todos en el exterior del edificio", recuerda.

El poso que los peregrinos dejaron en el templo de Debod -ubicado originariamente en Nubia, a las orillas del Nilo- tuvo una particular manifestación. "Arrancaban un poco de arena y se la llevaban. Eso produjo marcas, algunas en forma de agujeros circulares y otras alargadas con forma de huso. Sobre ellas hay cruces y textos islámicos, de peregrinaciones antiguas, probablemente de época faraónica", señala el experto.

Cuando el templo llegó a España hubo que volver a montar las piedras originales y reconstruir la fachada, perdida en un terremoto en el siglo XIX "después de que pasaran estos viajeros, de ahí que sean tan interesantes las inscripciones", considera Molinero. Hoy día, la edificación se ha convertido en una de las visitas obligadas de Madrid. "Tanto, que está empezando a ser peligroso. El templo no debería estar a la intemperie, el resto de los templos que Egipto donó a otros países están dentro de museos. De hecho, EEUU no quería el de Debod porque era demasiado grande y suponía un problema su conservación", especifica.

Molinero es subdirector de una de las campañas arqueológicas en Luxor, que estudia, entre otras, la tumba de Harwa, de 4.500 metros cuadrados, y desmoronada en algunas de sus partes por los problemas sísmicos. "Nuestra tarea es recomponer ese puzzle de inscripciones para identificar los textos", un esfuerzo titánico al que aún le quedan "décadas" de trabajo. Las pirámides descubren composición léxicas muy concretas, "probablemente oraciones que se recitaban a los reyes cuando se les enterraban y que se pasaban de unos archivos a otros", detalla. Éstas se copiaban luego en dichas pirámides, "pero en esa época estaban colapsadas por lo que los sacerdotes no pudieron entrar en ellas para copiarlas , tuvieron que conservarse en archivos y crear mecanismos de conservación y transmisión de esos textos", revela Molinero.

El interés que suscita en los últimos años todo lo relacionado con Egipto también sorprende a sus estudiosos. Parte de esa seducción se debe -opina Molinero- a su palabra velada. La forma en que sus moradores concebían la muerte, a diferencia de otras civilizaciones, se manifestó por escrito. "Pasaban las oraciones a la escritura. Se imaginaban cómo sería ese más allá y lo representaban en la tumbas, bien conservadas por la arena del desierto", explica.

Algunos de estos textos eran poemas en papel -rememora el experto- que defendían el disfrute de la vida "hasta prolongarla en una segunda, reflejo de la actual, que conservase la actividad del cuerpo, con todas sus capacidades" .

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