Cómics

La pelea del siglo

  • 'Superman contra Mohammed Ali' de O'Neil y Adams es un hito del género de superhombres, de argumento tan ridículo como deleitoso.

SUPERMAN CONTRA MUHAMMAD ALI. Dennis O'Neil, Neal Adams. ECC. 96 páginas. 14,95 euros.

La década de los 70 fue difícil para el Hombre de Acero. Y eso que el periodo comenzó con Superman sacando pecho (y reventando, de paso, unas cadenas) en la célebre portada del número 233 (enero de 1971) de la cabecera homónima, donde se presumía sin complejos: "Number 1 best-selling comics magazine!". El icono llevaba dominando las listas de ventas desde tiempo inmemorial, pero su reinado terminó abruptamente con el ascenso de Marvel, que subió a la estratosfera en un cohete flamante capitaneado por Spiderman. Dennis O'Neil y los SwAnderson probaron a marvelizar a Superman, restándole poderes y eliminando la kryptonita (no sé por qué siempre que alguien se replantea a Superman acaba quitándole cosas, en lugar de añadírselas, cuando el éxito sin precedentes de la era Weisinger fue precisamente la creación de una rica mitología alrededor del héroe), y la cosa se volvió de pronto excitante, pero, como una mala operación estética, el remozado duró apenas un suspiro, y pronto se instaló de nuevo la rutina en Metrópolis. Que Clark Kent dejase su puesto en el Daily Planet para presentar noticieros televisivos tampoco ayudó mucho. En esas estábamos, en plena zozobra, cuando el joven Elliot S! Maggin (sí, sí, con admiración en la "S") se preguntó, tan pronto como en enero de 1972: "Must There Be a Superman?" (en vernáculo: ¿debería existir Superman? o en una traducción más precisa: "¿debería haber un superhombre?"). Asistido por un equipo de lujo: Curt Swan y Murphy Anderson, los artistas definitivos del último hijo de Krypton, Maggin se hizo un nombre planteando a los lectores si la presencia del superhéroe por excelencia era o no beneficiosa, o sea, cuestionando la pertinencia de Superman en los nuevos tiempos.

Y un poco como resumen de ambas cosas, de la necesidad de renovación formal y del cuestionamiento, y con ganas de añadir relevancia a un personaje que saltaba en 1978 a la pantalla grande (viéndose restaurada así de golpe y porrazo su popularidad), surgió el especial Superman contra Mohammed Ali, un hito del género de superhombres, de argumento tan ridículo como deleitoso. Los extraterrestres, una multitud de personalidades del mundo real, un cuadrilátero espacial, la tensión racial y dos egos de tamaño mayúsculo se dieron cita en esta obra maestra del kitsch, orquestada por O'Neil y Adams como feliz epílogo a una asociación artística que ya había triunfado con Batman y con Green Lantern. El resultado es tan chulo, tan festivo, que no puede describirse con palabras y que es mejor disfrutar en la intimidad, sin más explicaciones. Tiene el aire de una canción del verano, de un taquillazo navideño, cultura popular en su máxima expresión. Lo que se dice un momentazo.

Si no me fallan las cuentas, Superman contra Mohammed Ali se ha publicado tres veces en nuestro idioma, aunque esta es la primera que aparece en formato reducido, eso sí, con todos los extras de la anterior edición. Supongo que ya habrá quedado claro, pero no me importa remarcarlo: me encanta este tebeo.

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