Pilar Fraile: “La sociedad nos empuja a adoptar el papel de cazador o de presa”
La autora salmantina regresa a la novela con el 'thriller' 'Las leyes de la caza' (Candaya).
A medio camino entre el thriller y la fábula llega a las estanterías Las leyes de la caza (Candaya), la nueva novela de la salmantina Pilar Fraile. Se trata de una turbadora historia rural, que esconde en su interior diferentes lecturas. La protagonista, Jana, se une a La Comunidad tras sufrir un traumático divorcio. Este grupo que se ha establecido en una zona de montaña sirve a la autora para poner la lupa sobre dos grandes problemas de la actualidad: la dificultad para construir lazos estables y la soledad.
Pregunta.Entre la fábula y el thriller, ¿qué encuentra exactamente el lector en Las leyes de la caza?
Respuesta.La novela puede leerse como un thriller, con su desaparición —no hago spoiler, esto lo encuentra el lector en el primer párrafo—, su investigación, etc., pero también encontrará aquí otros niveles de lectura si quiere buscarlos y entre ellos está, por ejemplo, esa capa que sería una suerte de fábula, sí.
P.En todo momento juega con elementos muy icónicos y muy actuales.
R.Como narradora me interesa desentrañar el juego de creencias en el que nos movemos en las sociedades contemporáneas y sus claroscuros. Hay mucho poder en la narración, aunque a veces no seamos conscientes, el poder de desvelar lo que somos.
P.Es muy inquietante la figura de La Comunidad, que en su novela es mucho más que un lugar.
R.Sí, La Comunidad es un espacio físico en la novela, pero es también un elemento que me sirve para poner la lupa sobre uno de los que grandes problemas a los que creo que nos enfrentamos hoy en día: la dificultad para construir lazos estables, la soledad. El choque que se produce entre el deseo de pertenencia y la atomización social es una bomba de relojería que me interesa mucho explorar.
P.Las leyes de la caza también se puede entender como una reflexión de nuestros miedos, de las fracturas internas que no nos atrevemos a reparar.
R.Precisamente con mi editora comentaba este aspecto de la novela hace unos días. Muchos de los personajes de la novela sirven de espejo de nuestros miedos y de las crisis personales a las que, parece inevitable, todos acabamos enfrentándonos más tarde o más temprano en el mundo contemporáneo. Quería poner sobre la mesa ese dolor que se abre como si fuera un abismo y ver qué es lo que revela y cuáles son las estrategias de las que nos dotamos para salir de él.
P.Los personajes tienen un papel esencial, más allá de los aspectos narrativos. Jana, Oliver, la comisaria…
R.Tengo un especial cuidado en la construcción de los personajes, cada uno sirve a un propósito en el engranaje narrativo, por supuesto, pero siempre van más allá, podría decir que mi narrativa es en parte una narrativa de personajes, que las voces de cada uno son escuchadas y suenan más allá de la historia. Supongo que esto sucede porque cuido de mis personajes y pongo mucho esfuerzo en que lo que hacen, dicen y piensan sea verosímil y coherente con quienes son y las circunstancias que van atravesando.
P.¿Por qué la caza, por su conexión con la tierra, con lo esencial o por su violencia?
R.Para empezar los reglamentos de caza son documentos muy interesantes en sí mismos, por la precisión con la que describen las distintas acciones de la caza, por lo que heredan del pasado y lo que se ha ido añadiendo o modificando para adaptarse al presente, y también, por supuesto, por lo que denotan de nosotros, de nuestra relación, como dices, con la violencia y también con la propiedad.
P.La geografía es mucho más que un elemento “decorativo” o solo un “escenario” en Las leyes de la caza.
R.Efectivamente, los lugares de la novela, especialmente el río y la montaña, pero también el pueblo, funcionan más como personajes que como meros espacios donde se desenvuelve la trama. Son elementos activos, sobre todo el río, pero también hay un peso muy importante de algunos animales. Se podría decir que hay un aire fantástico en la novela sin que se pueda afirmar que se entra de pleno en ese territorio. Que esto sea así, que el río, por ejemplo, sea más casi un personaje tiene coherencia con la historia y con la reflexión que se hace a través de ella, como el lector podrá comprobar, aquí sí que no desvelo más.
P.¿Todos llevamos un cazador dentro o somos más los que formamos parte de las presas?
R.El problema, creo, no es tanto que nos comportemos como cazadores o como presas, sino que la sociedad, como está organizada, nos empuja a adoptar un papel u otro, más dependiendo de circunstancias externas que de nuestra voluntad individual. Probablemente a lo largo de una vida hay un constante intercambio de papeles, es decir, que uno puede ejercer la violencia en determinado ámbito, pero resultar víctima de cierta violencia en otro. La cuestión que me animó a escribir esta novela es si es posible escapar de esta dinámica de abusadores y abusados. Los personajes se encuentran atrapados en este tipo de relaciones y para algunos empiezan a resultar problemáticas, pero otros se encuentran muy cómodos en ellas y ese conflicto es el detonante de todo lo que sucede.
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