Cultura

El poder de los pectorales

Drama/Thriller, Reino Unido, 2013, 106 min. Dirección: Robert Luketic. Guión: Barry Levy. Fotografía: David Tattersall. Música: Junkie XL. Intérpretes: Amber Heard, Harrison Ford, Liam Hemsworth, Gary Oldman, Josh Holloway. Cines: Málaga Nostrum, Vialia, Plaza Mayor, Miramar, La Cañada, Plaza del Mar, Rincón de la Victoria, Ronda, El Ingenio.

El problema del actual cine comercial americano se evidencia en el errático destino de sus más grandes o populares atores. Que Harrison Ford y Gary Oldman se pongan a las órdenes de Robert Luketic es un síntoma. Imagínense a los actores en la puerta del estudio diciéndole a quien aspira a dirigirles que se identifique. Y a este exhibiendo sus credenciales: Una rubia muy legal, La madre del novio o Killers.

Lo lógico sería que los dos actores se miraran, alzaran los hombros y lo dejaran plantado. Cuando Harrison Ford interpretó La guerra de las galaxias Luketic tenía tres años. Hay actores maduros que cobran nueva vida en manos de jóvenes genios, pero está claro -su filmografía anterior lo dice y El poder del dinero lo confirma- que Luketic no lo es. ¿Qué necesidad tiene este hombre de 72 años de ponerse en las manos de este director que ni tan siquiera llega a correcto artesano? Uniendo dos películas de Bresson tendremos la respuesta más probable: L'argent, probablement. Esto y la desestructuración de una industria debilitada y por completo en manos del mercado.

Esta variación sobre La tapadera trufada de El lobo de Wall Street -jóvenes ambiciosos, maduros manipuladores, delitos de despacho, espionaje industrial- apunta a ese nuevo malo post-crisis que es el ejecutivo. La distribución española refuerza este señuelo convirtiendo el título original -Paranoia- en ese actual mal de los males que es el dinero y el poder que otorga. Todo queda en poco. La denuncia es un pretexto. La intriga funciona a medio gas. El entretenimiento es el justito: no llega a aburrir pero tampoco acaba de enganchar. Oldman y Ford hacen de secundarios de lujo explotados por la publicidad para atraer a los fieles a sus talentos. A los jóvenes se supone que les bastan los fermosos Amber Heard y, sobre todo, Liam Hemsworth. El glamour de Barbie y el poder de los pectorales, ya saben.

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