Ramone, el ilustrador malagueño detrás de portadas de Extremoduro: "Robe era una persona excepcional"
El artista es autor de las cubiertas de 'Pedrá', 'Agila' e 'Iros todos a tomar por culo'
Las reacciones a la súbita muerte de Robe Iniesta: "Gracias Robe, por todo"
La música española y los amantes del rock están hoy de luto, La noticia de la muerte de Robe Iniesta ha sido un golpe para todos los que han crecido con sus canciones. En Málaga hay una persona que no solo ha crecido escuchándolas, sino que es artífice de muchas ilustraciones que lucen sus discos. Ramone —Manuel Castilla, Málaga, 1969— recibe el día con esa mezcla de tristeza y gratitud por haber conocido al líder de Extremoduro. "Aparte de ser un grandísimo artista y compositor y músico, también era una persona excepcional… muy generoso y muy sensible", recuerda.
Formado en la Escola Joso de Barcelona, Ramone empezó rápido en el oficio: "A los 20 años estaba trabajando en la revista Makoki". Comenzó dibujando "unas viñetas de cómics", y aunque no se le daba mal, no le acababa de llenar profesionalmente. Poco después llegó el giro que marcaría su trayectoria: el de dedicarse a la ilustración pura. "Me gustaba más que el cómic", admite. Y por ese camino, casi sin buscarlo, apareció Extremoduro.
"El que era el mánager al principio de ellos, Tomás, me conocía por los trabajos de los cómics y le gustaban mucho", recuerda. "Me propusieron hacer una portada y les gustó mucho", añade. Aquello abrió la puerta a trabajos míticos: Pedrá, Agila, Iros todos a tomar por culo. Pero la banda nunca le ha hecho un encargo estricto, Ramone nunca ha seguido unas instrucciones: "Nunca me dijeron qué tenía que dibujar, me mandaban el disco para que yo lo escuchase, el título, y yo ya sacaba las ideas".
Esa libertad creativa se convirtió en un mismo idioma y en una conexión artística. "Teníamos los mismos gustos, coincidíamos en ideas, ideológicamente… era fácil", afirma. El proceso era escuchar primero el disco y "según la onda que me daba ya veía la imagen en la cabeza". Asegura que "ni siquiera" tenía que hacer varios bocetos. En Agila, sin embargo, Robe tuvo que explicarle el significado del título: "Era una palabra del dialecto que tienen, el castúo, cerca de Plasencia, y era el concepto ese de echar para delante, de salir de las dificultades".
Con Pedrá y Agila la complicidad entre los dos artistas ya era total. Pero el tercer encargo fue el que realmente sorprendió a Ramone, el de Iros todos a tomar por culo. "Cuando me dijo el título me era un poco extraño… ¿quién le quiere poner eso a un disco?", recuerda riendo. La famosa bomba planetaria nació con naturalidad: "Salió bastante natural también, porque una bomba tan global tendría que ser un poco la idea del mundo".
A las portadas les guarda cariño, pero no sabría decantarse por una ilustración. "Les tengo cariño a todas, todas tienen su punto", afirma. Menciona Agila, porque "tiene unos rojos muy vivos y muy cálidos", y también la de Pedrá: "Con el mono ahí… no sé si es la que más me gusta, pero me gustan todas". Es un vínculo afectivo, no estético: cada portada es un recuerdo que detrás guarda muchos momentos.
Y los recuerdos con Robe son muchos. Algunos —los más salvajes, los más íntimos— prefiere dejarlos para otro día. Pero rescata la colaboración en Correcaminos, escrita juntos en Málaga, cuando el ilustrador también tenía una banda de música. "Estaba en mi casa y fuimos a El Chorro… cuando el Caminito no estaba hecho y era mucho más peligroso", dice. Aquella noche acabó en una cueva, con un fuego improvisado y guitarras sonando entre amigos. "De ahí salieron unas cuantas canciones", reconoce.
Hubo un tiempo en que Robe se instaló en Málaga y se movía con él por la provincia. "Fue una racha antes de que se fuera a vivir a Granada… se vino a mi casa, en la Trinidad", cuenta. "Le gustaba mucho moverse… íbamos rulando bastante por aquí", añade. Aquella vida nómada, de bar en bar y carretera en carretera, fortaleció una amistad que nació en un festival.
Para ello hay que remontarse al Espárrago Rock. "Después del concierto nos fuimos todos al mismo bar del pueblo, y ahí empezamos a hablar", recuerda. "Fue como conocer a alguien y congeniar… estuvimos toda la noche de marcha juntos", admite. Más tarde ya era imposible coincidir así, cuando Extremoduro explotó. Pero el origen fue lo más cercano: un bar, unas cervezas, un dibujo suyo que el mánager conocía, y dos artistas que encajaron desde la primera noche.
Hoy, al despedirse, Ramone no encuentra una frase concreta que Robe le dijera y se le quedara grabada. Quizá porque —como reconoce— "eran muchos años compartiendo momentos". Lo que sí queda es la certeza de haber conocido al Robe Iniesta de verdad, al que se quedaba en su casa, al que cantaba guitarra en mano, al que compartía amor por el arte. Y sobre todo, al amigo: "Siempre fue un amigo bueno y a mí siempre me ayudó en todo lo que pudo con el tema musical".
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