"En la red hay ya más poesía que en muchas bibliotecas"
El escritor granadino acaba de publicar 'Fumando con mis muertos' (Vandalia), una reflexión sobre la inminencia de la muerte sin perder la rebeldía
-Desde 'La canción del outsider', su último poemario, habían pasado seis años. ¿Por qué tanto tiempo?
-Soy un escritor lento. Cuando publiqué La canción del outsider (2009) hacía ocho años que había publicado el anterior Ahora, todavía (2001). Me gusta trabajar mucho los poemas y además intento no repetirme. Por otra parte, creo que el poema se impone al poeta y surge cuando existen unas circunstancias especiales, un estado de ánimo particular, que exige la escritura del poema. En cambio, si el poeta fuerza la gestación de un poema, los resultados no suelen ser muy felices.
-Usted ha anunciado que este libro es "el más políticamente incorrecto" de todos los que ha escrito. Y eso que algunos anteriores, como 'El prisionero a muerte', en el que era muy crítico con la figura de su madre, ya podían calificarse así. ¿Qué tiene este para diga esto?
-Bueno es un libro en el que se fuma y se disfruta fumando, en el que se habla con los muertos, en el que se defienden las distintas formas de sexualidad, en el que se condena el machismo, en el que se critican los botellones, en el que una mujer se excita contemplando a dos homosexuales. En fin, políticamente incorrecto. Hay también un poema dedicado a mi madre y titulado Ocho de marzo, muy en la línea de lo que aludes en mi novela
-El mismo título, 'Fumando con mis muertos', ya es bastante políticamente incorrecto. Pero, ¿usted no fuma?
-Hace 18 años que dejé de fumar, pero fue por una cuestión de salud. El tabaco me sigue gustando hasta el punto de que sueño que fumo y reproduzco en el sueño el placer que me procuraba fumar. Hay veces que me he despertado creyendo que había vuelto a fumar y con un gran sentimiento de culpa.
-Esta obra es una indagación en la "memoria afectiva". ¿Hacerse mayor conlleva eso?
-No necesariamente. Yo siempre he sido un escritor intimista y, por lo tanto, muy dado a escarbar ahí, en la memoria afectiva. Lo que ocurre es que cuando eres mayor tienes más acumulado y, por lo tanto, más material para las evocaciones que finalmente pueden convertirse en poemas.
-¿El tema de la muerte se hace más presente a partir de una cierta edad?
-La muerte es uno de los temas llamados "eternos" que, cuando se es joven, se trata de un modo romántico porque el joven cree que es inmortal. La edad, en cambio hace que la muerte sea algo frecuente y cercano: uno pierde seres queridos y admirados un día tras otro y se prepara ya, no para la vida, precisamente.
-¿Es también la muerte de una época?
-Por supuesto, el sentimiento de que este tiempo no es ya el nuestro a cierta edad es muy grande. Gil de Biedma lo dice muy bien en De senectute: "No es mío este tiempo". Esta sensación ha ocurrido en todas las épocas y todas las generaciones, pero es verdad que estamos cambiando de época de un modo muy radical.
-El tema de la ecología, que aparece en este poemario, ¿es una incorporación nueva?
-La naturaleza siempre ha estado de algún modo presente en mi poesía, pero sí es verdad que en este libro abordo el tema de un modo más directo. Me preocupa mucho el ver como el planeta se deteriora a pasos agigantados.
-¿Un envejecimiento serenamente asumido conlleva la ternura incluso la autocompasión?
-La ternura es un sentimiento que desde la otra sentimentalidad cultivamos influidos por los poetas hispanoamericanos de la generación del 50. No creo que tenga que ver con la edad. La autocompasión es una tentación en la que no se debe caer.
-¿A qué se deben los temas de los cinco capítulos: 'La canción de la Tierra', 'Fragmentos de Nueva York', 'Remordimiento', 'Una mujer espera en el andén', 'El libro de las artimañas' y 'Jubileo'?
-El primer capítulo está tomado de una de las piezas más maravillosas de Gustav Mahler, que es un canto a la naturaleza. El segundo es un homenaje a la ciudad de Nueva York, a sus poetas, a los poetas que la cantaron y a sus gentes. Remordimiento es quizá la parte más dura, más áspera en la que están los poemas más fuertes. Es, digamos, el núcleo del libro. Una mujer espera en el andén es un alegato contra el machismo y la violencia de género. El poema principal de esta parte es una cantata dialogada a dos voces, con una estructura dramática. El libro de las artimañas es el movimiento final, una especie de alegro para acabar con cierta esperanza, con algún buen sabor de boca. Y el poema final es un homenaje a Gil de Biedma.
-Si habla de la muerte, ¿es un libro áspero? ¿Cuál es el enfoque de esas temáticas?
-La muerte es áspera de por sí, pero en realidad yo pienso que la aspereza del libro está más bien en los poemas críticos, en los poemas políticamente incorrectos.
-En un mundo acosado por la tecnología y la rapidez de la información, ¿qué espacio tiene la poesía?
-Es un problema de medios, de vehículos. La poesía existió antes de la escritura y con muchísima difusión oral. No veo por qué no va a poder existir después de la escritura y con mucha difusión también. En la red, ahora mismo, hay más poesía que en muchas bibliotecas.
-¿Lee poesía en su smartphone?
-En el teléfono no, porque ya uno no tiene la vista para esas aventuras, pero en el Ipad sí e incluso la escribo.
-¿Siente ahora más dificultades para publicar poesía, un género de por sí minoritario?
-No, yo afortunadamente no tengo problemas porque a estas alturas uno tiene cierto crédito literario, pero los jóvenes sí que tienen dificultades. Las facilidades de hace unos años, desgraciadamente se han perdido.
-El último poema, dedicado a Gil de Biedma, es un canto a la serenidad en mitad del mundo caótico y ante la muerte. ¿Ese es su estado actual?
-Es más bien una aspiración. Me gustaría jubilarme y encontrar el retiro que describo en el poema. feliz, esperanzado.
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