El telón de Ferrándiz se iza en el Consistorio
patrimonio
La empresa Quibla Restaura inicia la última fase de recuperación del telón en el patio de baderas del Ayuntamiento
Hasta principios de agosto trabajarán en la capa pictórica
Después de pasar por las propias tablas del Teatro Cervantes, por el Palacio de Ferias y el salón de actos del IES La Rosaleda, el telón de boca pintado por Ferrándiz en 1870 inicia una nueva fase de su restauración. Desde ayer está colocado en el patio de banderas del Ayuntamiento de Málaga. En la estructura definitiva, la que tendrá cuando vuelva a su lugar original en agosto, ocho técnicos de la empresa Quibla Restaura intervendrán durante casi dos meses en la capa pictórica. Y lo harán al descubierto, de cara al público, para que los interesados puedan ver cómo es un complejo proceso que pretende devolver el esplendor a la tela original, gracias al proyecto financiado por la entidad municipal y la Fundación Málaga.
Llegar hasta aquí ha requerido meses previos de intenso trabajo. No se esperaba encontrar la tela original en tan mal estado y los expertos consideraron que la única posibilidad era realizar un reentelado. Se tuvo que encargar lino natural procedente de Italia y retirar todos los añadidos de inadecuadas restauraciones anteriores. Se limpiaron adhesivos y suciedad, se colocaron injertos de tela donde había faltas y se quitaron las arrugas. Una vez listo estos minuciosos trabajos previos se procedió al reentelado, que se ha realizado con la gacha española. Se trata de una pasta elaborada con harina, colas naturales, resinas naturales y un antifúngico para evitar infecciones de hongos.
"Antes de reentelar, el lino que vino de Italia hubo que fatigarlo, que envejecerlo", explicó ayer el restaurador Francisco Zambrana, de Quibla Restaura. Esto significa que, para evitar encogimientos, hay que lavar la tela varias veces. Aunque venía por piezas, sus grandes dimensiones -el telón mide casi 13 metros de ancho por 9 de alto- hicieron necesario recurrir a una lavandería industrial. "Luego nos cosieron las distintas piezas, cuatro paños para abarcar el ancho del telón, esta tela tuvo que atirantarse y se le dio una imprimación de cola de conejo, se dejó secar para que tela no absorbiese la humedad de la gacha y no hubiese movimientos durante el proceso de reentelado", comentó Zambrana.
Tras la imprimación, el lino nuevo se enrolló en otro cilindro y se fue extendiendo sobre el original una vez colocada una capa muy fina de gacha. "Se fue haciendo por bandas por el tamaño y una vez que se colocó se tenía que planchar para quitar la humedad y activar colas y resinas con el calor para que pegasen bien", desgranó el restaurador. También subrayó la importancia de eliminar toda la humedad "para que no afecte a la tela original y a la pintura". Tras horas y horas de plancha y la utilización de papeles absorbentes, se dejó reposar con peso durante días.
"Una vez estuvo reentelado fue montado sobre una tela específica de teatro, ignífuga y de color negro a la que hemos cosido el lino nuevo de forma perimetral, es decir, que se trata de una tela flotante solamente sujeta por el perímetro con la costura", detalló Zambrana. Esta tela ignífuga es la que cuenta con las perforaciones oportunas para poderse colocar sobre la estructura de aluminio que quedará fija en el Teatro Cervantes.
Es la misma que ayer ya quedó expuesta en el patio del Consistorio. "De ella se podría desmontar el telón parcialmente para algún proceso específico que hiciese falta, aunque la idea es que quede ya tal y como se va a estar en su ubicación definitiva", agregó el restaurador. Hoy comenzarán a montar dos torres de andamios, para que el jueves o el viernes puedan subirse en ellas los profesionales de Quibla Restaura e iniciar la fase final.
"Ahora tenemos que eliminar los papeles de protección sobre la capa pictórica que se pusieron al inicio, hay que limpiar la suciedad y ver en qué zonas vamos a intentar dejar testigos de la pintura original", señaló. El experto afirma que les va a resultar casi imposible retirar los repintes al temple que se hicieron en restauraciones a principios del siglo XX y otra en 1954. El motivo es que se ha fundido con el que tenían debajo, el original de Ferrándiz. "Vamos a intentar hacerlo en unos testigos si es que encontramos la capa de 1870", añadió.
Luego harán el estucado de lagunas, es decir, eliminarán faltas y grietas, cuando hayan terminado de poner algunos injertos de tela. Otro paso más será la reintegración cromática allí donde falte. "No se va a repintar, solamente se trata de poner el color en las zonas donde falta", indicó Francisco Zambrana. Los últimos toques se harán en el Cervantes cuando se traslade a partir del 8 de agosto. Allí se podrá dar una capa de protección a la gran tela que pesa unos 160 kilos.
Durante las próximas siete u ocho semanas, en el horario que determine el Ayuntamiento, el público podrá ver de trabajar a los ocho restauradores de Quibla. "La idea es que el visitante pregunte lo que crea conveniente y uno de nosotros atenderá a la visita, va a haber un deambulatorio perimetral para que puedan verlo y un libro de firmas para que cada uno deje su impresión y su opinión", dijo el experto. Una labor meticulosa que no siempre se tiene la oportunidad de presenciar en vivo.
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