Nostálgicos, curiosos, aficionados a las novedades y amantes de la escena tienen hoy una cita en el Teatro Romano. El yacimiento vuelve a convocar a la ciudad en la misma posición desde la que lo hizo por primera vez en su inauguración en el siglo I d. C: como teatro por derecho, como templo para las musas, como enjambre para las máscaras y, también, como benefactor para la inspiración y definición de la ciudadanía. Pero lo hace, además, 25 años después de la última función celebrada en su piedra, con lo que cierra un paréntesis demasiado largo que tuvo al otro extremo uno de los episodios más felices de la historia cultural de la Málaga del siglo XX: los festivales grecolatinos que impulsó el Teatro ARA primero, con Ángeles Rubio-Argüelles como mecenas esencial y con Óscar Romero como director; y que orquestó también Miguel Romero Esteo, cuya gestión hizo posible la llegada al enclave de creadores internacionales del calibre de Bob Wilson y Theodoros Terzopoulos. En medio han acontecido reformas interminables tanto del teatro como de su entorno, la rehabilitación del graderío truncada a la mitad por un cambio legislativo en los años 90, la apertura del centro de interpretación y muchas, muchísimas ideas, promesas, desideratas y falsas fumatas vertidas sobre la anhelada recuperación del yacimiento como escena. Hoy, al fin, el paréntesis se cierra y el Teatro Romano vuelve a ser teatro, con un deseo: que el proyecto vuelva a ser el excitante cultural que fue para la adormecida Málaga de mediados de siglo.

Prometheus. Cantus ad Hominem. Variaciones sobre un tema de Esquilo es el (largo) título del espectáculo por el que se obra el milagro, con categoría de estreno absoluto y cuatro funciones programadas desde hoy y hasta el domingo. Se trata de una obra escrita por el malagueño Francisco Fortuny, inspirada principalmente en el Prometeo encadenado de Esquilo aunque también en el Prometeo liberado de P. B. Shelley. Juan Hurtado dirige una puesta en escena que, a la búsqueda de los síntomas clásicos de la tragedia, aúna drama y canto, si bien lo hace evitando la alternancia al uso de coros y recitativos, de modo que ambos están presentes a través de conexiones menos previsibles. El reparto incluye al barítono Juan Antonio Ariza, la soprano Alicia Molina y los actores Juan Antonio Hidalgo, Virginia Nölting, Paula Meliveo, Carmen Esteban, Lara Chaves y Eduardo Duro. Antonio Meliveo se ha hecho cargo de la composición musical, y Nacho Fortes de las coreografías. Pero este Prometheus es también, y a la vez, una lectura contemporánea, lo que se traduce escénicamente, en gran medida, a través de la proyección de las imágenes creadas por Víctor Meliveo. La propuesta, como ven, incluye en su seno a veteranos (Juan Hurtado ya montó una Antígona para el Teatro Romano a finales de los 70) y a otros que hace 25 difícilmente podrían haber subido a estas tablas; pero, en cualquier caso, el talento puesto en juego es cien por cien malagueño, de manera que pocos termómetros podrían hoy evaluar con similar precisión el pulso y la salud del teatro en la provincia.

En la rueda de presenta de presentación celebrada ayer en el enclave, Francisco Fortuny se refirió a su Prometheus como una imitatio respecto al clásico de Esquilo, procedimiento que reivindicó como "modo de creación, aunque sea una creación mimética". Antonio Meliveo recordó que sus primeros pasos en el mundo del espectáculo acontecieron "justo aquí hace 35 años", y así compartió su emoción con creadores y espectadores que vivieron en aquellas noches de verano experiencias artísticas inolvidables hasta el presente. El director general de Instituciones Museísticas, Acción Cultural y Promoción del Arte de la Consejería de Cultura (que promueve la recuperación del uso escénico del Teatro Romano a través del proyecto Teatros Romanos de Andalucía), Sebastián Rueda, subrayó por su parte la "importancia que iniciativas como la que ahora presentamos tienen para las industrias culturales, porque pueden así convertirse en fuente de empleo".

Juan Hurtado subrayó a este periódico que el trabajo, producido a través de la cooperativa andaluza Iniciativas Escénicas y Musicales, sigue ante todo "una línea muy física y plástica, con la danza y las proyecciones como elementos propios de la escena, no como añadidos". Tanto el texto de Fortuny como su materialización escénica presentan además notables divergencias respecto a la formulación clásica del mito y la obra de Esquilo: "Incluimos algunos personajes que no están en el original, como Afrodita [a la que interpreta Virginia Nölting], que sustituye al corifeo, y Pandora; igualmente, hemos sustituido el coro de las Oceánidas por un coro de Erínias, que confiere más fortaleza trágica al montaje. La obra está secuenciada en diez partes, con una estructura cinematográfica y un ritmo muy dinámico". Hurtado admitió además que el devenir de Prometeo admite una exégesis contemporánea en la que tienen plena cabida los poderes políticos y económicos y el abuso que ejercen contra el ciudadano, indefenso ante su sed implacable; y, aunque admitió que estos elementos están presentes, lo están de una manera más implícita que explícita: "André Malraux decía que el destino de Prometeo es la política. Pero no hemos querido hacer un panfleto".

Con el 70% de las entradas para las cuatro funciones vendidas en la tarde de ayer (finalmente se pondrán a disposición del público 430 asientos cada noche en la piedra nueva del teatro), una escenografía de tres pisos coronada por una gran caracola, un imponente telón que aísla el recinto de la calle Alcazabilla y la orchestra cubierta de arena blanca para su uso escénico, este Prometheus viene a devolver algo que, legítimamente, pertenecía a Málaga y que sin embargo no se ha podido disfrutar durante demasiado tiempo. Pero que el Teatro Romano vuelva a ser lo que fue, un ser vivo con representaciones de gran calidad cada fin de semana y una respuesta popular más que amplia, exige más tiempo y más esfuerzo. Valdrá la pena.