Cultura

El territorio invertebrado

  • Tras la aparición de la Térmica, el desequilibrio en la programación cultural de la Diputación entre la capital y la provincia se hace aún más profundo

El pasado 15 de febrero, el Área de Cultura de la Diputación abrió el plazo para la presentación y actualización de solicitudes al Circuito de Artistas de la Provincia de Málaga, que se mantendrá abierto hasta el 15 de marzo. Se trata de una noticia esperada por muchas compañías de teatro, grupos de música de los más diversos géneros y otros creadores malagueños. Los circuitos provinciales se clausuraron hace ya varios años, como una de las primeras medidas para hacer frente a la crisis, y con ello se cerró a buena parte del panorama artístico malagueño uno de sus principales medios para reforzar su agenda de actuaciones. La situación se agravó con la decisión de la Junta de Andalucía de suprimir el circuito escénico de la Consejería de Cultura. La suma de ambos sacrificios se tradujo en que numerosos teatros y auditorios de toda la provincia, algunos de reciente factura como los de Cártama y Alhaurín El Grande, se veían obligados a cerrar sus puertas durante la mayor parte del año. Al mismo tiempo, tras la llegada del Gobierno provincial del PP, la Diputación impulsaba el Auditorio de la Calle Pacífico, rebautizado como Auditorio Edgar Neville, y abría el camino a la instalación de La Térmica en el ya antiguo Centro Cívico. A la espera de lo que el nuevo circuito dé de sí (al contrario que en las últimas convocatorias, la Diputación no tiene previsto conceder ayudas para desplazamientos, lo que afectará especialmente a compañías aficionadas que no cobran entradas en taquilla), y con los Ayuntamientos con el agua al cuello, no es difícil señalar que el desequilibrio en cuanto a la programación cultural entre la capital y el resto de la provincia no ha hecho más que agravarse.

Resulta significativo, sin embargo, que la Diputación mantenga actualmente inversiones importantes en proyectos de gran calado en localidades distintas a la capital. La transformación de la Casa de los Colarte de Antequera en el Museo de Arte Provincial (donde la Diputación conservará y exhibirá todos sus fondos, una notable colección de obras de artistas malagueños desde los años 50 hasta la actualidad) supone al ente supramunicipal un gasto de 800.000 euros. Y las obras del Teatro de la Costa del Sol de Estepona se adjudicaron recientemente con un presupuesto de 5,7 millones, que asumirán el Ayuntamiento y la Diputación. Pero en esto de la cultura no siempre la inversión se traduce en más actividad. Para comprobarlo, no hay más que echar un vistazo a la programación del primer semestre del año: el Centro Cultural Provincial de la calle Ollerías (por el que se temía tras la aparición de La Térmica) presenta dos ciclos de conciertos de rock además de otras propuestas de música clásica, una amplia oferta de teatro, exposiciones y talleres como el de fotografía que recientemente impartió Ouka Leele. También el Centro Cultural de la Generación del 27 celebrará sus actividades más importantes en la capital, con alguna excepción como el concierto de Pablo Guerrero en Ronda el 2 de marzo. A la provincia sólo le quedan las exposiciones itinerantes que vienen celebrándose desde el año pasado (como Los Carteles de Picasso, la de los fondos de obra gráfica de la Diputación y la del mismo Centro Cultural del 27), algunos conciertos de la Orquesta Sinfónica Provincial y los programas de verdiales. Una visita a las ofertas distribuidas por comarcas en la página web del Área de Cultura resulta desazonadora. El Centro de Estudios del Folclore Malagueño y las Artes Escénicas de Benagalbón, un equipamiento que nació con la promesa de su cesión a las compañías malagueñas de teatro para que pudieran hacer uso de sus instalaciones, no tiene programados más que algunos talleres de materias como capoeira y danzas del mundo.

Especial consideración merece la tercera edición de la rebautizada como Bienal de Arte Flamenco, anunciada en la pasada edición de Fitur y presentada con todo detalle recientemente, que incluye 147 actividades a celebrar desde estos días hasta septiembre en 41 municipios. Durante la presentación, el presidente de la Diputación, Elías Bendodo, dejó bien claro que, de estas 41 localidades, "25 tienen menos de 25.000 habitantes". Con ello se reafirmaba en la solemne promesa que formuló nada más acceder al cargo: dedicar la mayor parte de sus esfuerzos e inversiones en municipios de menos de 25.000 habitantes. Y en lo que se refiere a la Bienal, Bendodo señaló expresamente el pueblo de Atajate, que, en plena Serranía de Ronda, es el de menor población de toda la provincia, con apenas 150 habitantes. Conocido especialmente por su singular Fiesta del Mosto, Atajate no cuenta precisamente con una agenda cultural (ni instalaciones, claro) suficiente para satisfacer a sus vecinos. Pero será allí, en Atajate, donde actúen el próximo 16 de agosto Enrique Morente Jr. y Habichuela nieto, con el recital Herederos. Se trata, ciertamente, de una buena noticia que encierra además un poderoso contenido simbólico. Pero un vistazo a la programación revela que las actuaciones más interesantes de la Bienal se reservan a municipios con bastante más de 25.000 habitantes, especialmente la misma capital malagueña. Es evidente que la programación de otras actuaciones destacadas en ciudades como Estepona, Fuengirola, Marbella y Nerja, concentradas en verano y en escenarios ya consolidados como la Cueva de Nerja, buscan hacerse con un público amplio entre los turistas, pero cabría preguntarse entonces en qué medida la Bienal contribuirá a fomentar la nueva afición al flamenco y a reforzar los vínculos culturales de la provincia allí precisamente donde más hacen falta. En muchos de esos municipios pequeños, la programación llegará en forma de exposiciones itinerantes. En resumen: la recuperación de la gran apuesta de la Diputación por el flamenco puede contribuir de manera notable a que la promesa de Bendodo se cumpla finalmente, pero no depende sólo de que una vez cada dos años haya una actuación de flamenco en Atajate. Si la Bienal no crea confluencias culturales perdurables más allá de sí misma, no habrá servido de nada. Y la promesa seguirá incumplida. Baste recordar que Málaga en Flamenco nació con la misma premisa y sus resultados fueron cuanto menos discretos.

Todo esto ocurre mientras La Térmica, puesta en marcha como el proyecto estrella del director del Área de Cultura, Salomón Castiel, por sólo 400.000 euros, presenta conciertos de músicos como Dominique A, exposiciones tan atractivas como la Lady Warhol de Christopher Makos, conferencias de Fernando Savater y Daniel Innerarity, un taller de cine dirigido por Manuel Gutiérrez Aragón, otro de teatro dirigido por Ernesto Caballero y una escuela de títeres a cargo de Ángel Calvente. La calidad de la programación es incontestable. Pero, aunque La Térmica ha tenido la virtud de desplazar la oferta cultural en Málaga desde el centro hasta un barrio tan populoso como Los Guindos, su influencia en la provincia es nula. Lo lógico sería que, tratándose de un proyecto de la Diputación, los muchos beneficios de La Térmica revirtieran más allá de la capital y sus actividades salieran de los muros del Centro Cívico. De lo contrario, tan vasto territorio tendrá que seguir conformándose con el hastío.

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