Cultura

"Una tienda de discos era un ambulatorio para enfermos de la música "

  • El periodista ha logrado un nuevo éxito editorial con 'Jinetes de la tormenta', su particular paisaje sonoro

Aunque no lo reconozca, Diego Alfredo Manrique, forma parte de la historia musical de este país, ya que no sólo está considerado como una de los mejores críticos de España (obtuvo el Premio Ondas en 2001), sino que formó parte de programas míticos en televisión como Caja de ritmos (1983) o Pop qué (1984), junto a Carlos Tena, o en radio con El ambigú. Su última aportación literaria para el conocimiento de aficionados y profanos es Jinetes en la tormenta, publicado a principios de año.

-¿Esperaba tanto éxito con 'Jinetes en la tormenta'?

-El mito es que los libros de música no se venden, pero quizás lo que falta es la voluntad de esforzarse en venderlos. Nos salió un libro con cierto aire enciclopédico, y eso ayuda, pero sobre todo de lectura sencilla, que lo puede entender un profano y también un especialista, aunque no comulgue con mi planteamiento.

-Aunque no se recoge en este libro, le hizo una entrevista en otro dominical a Enrique Morente. ¿Cómo fue?

-Deseo que no parezca el típico elogio del difunto. No voy a contar detalles pero, en muy diferentes circunstancias, Enrique me demostró una gran calidad humana. Al no ser flamencólogo, cuando le preguntaba me respondía con paciencia. Me intrigaban misterios como que tuviera tantos representantes vendiendo sus conciertos o la cantidad de proyectos que no terminaba. También hubo cosas que no pudo o no quiso responderme. Por ejemplo, qué significaban las "flores amarillas" de "Tú vienes vendiendo flores", que cantaba por tangos o por soleá. Le dejé preocupado: no había pensado en lo que simbolizaba el color amarillo. No sé si hablaba en serio, Enrique tenía también ese punto zumbón.

-Se inició como periodista en el Triunfo. Se puso en contacto con la revista para criticar la pobreza de sus artículos y la publicación le sugirió que enviara algo mejor y usted aceptó el reto. ¿Alguna vez se ha arrepentido?

-Tuve mucha, mucha suerte: insultar a bastantes de las figuras de la revista y que me respondieran. Yo iba para abogado sin ninguna vocación y de repente me vi escribiendo, hablando sobre lo que me apasionaba. Ocupé un asiento de pista durante décadas tan apasionantes como los 70, los 80, los 90. También he vivido el derrumbe del presente siglo pero ¡que me quiten lo bailao!

-¿Considera que los medios hacen o reflejan los gustos musicales de un país?

-Para nada. Los medios cubren lo que consideran culturalmente correcto. Hay músicas extremadamente populares que nunca caben en los espacios más prestigiosos. Entran en acción prejuicios de clase, sesgos generacionales, hasta la facilidad de acceso. Pero incluso un tipo huraño como Tom Waits tiene más posibilidad que se cubra lo que hace que la gira de despedida de Manolo Escobar o la última aventura de Reincidentes.

-¿Lo que hoy parece hortera mañana puede resultar interesante y viceversa?

-Usted lo ha dicho: lo que en un tiempo fue hortera termina siendo cool, lo prestigioso es degradado a vulgar. Desde hace veinte años, se intenta reventar el canon del pop para dar cabida a atrocidades. Al principio, era contaminación de la estética gay, que aprecia la exuberancia y deplora la pedantería, pero ahora se trata de un movimiento mucho mayor, que ha degenerado en "todo vale y más si me permite epatar a mis colegas".

-¿Qué le parece la práctica desaparición de las tiendas de discos?

-Es trágico. Una tienda de discos era un punto de encuentro, un centro que irradiaba cultura, un ambulatorio para enfermos de la música. Y que no me cuenten que la desaparición del disco es lo mismo que la caída en desuso del sombrero. Que yo sepa, las sombrererías no formaban parte del tejido cultural de una ciudad.

-¿Le molesta escribir para un grupo no entendido?

-Hombre, resulta mucho más agradecido escribir para gente con la que compartes unas referencias, una cultura, un lenguaje. Pero también acepto gustosamente trabajar para el lector que simplemente tiene unos minutos para enterarse de lo que ocurre en el mundo del pop, al que le debes explicar las cosas bien mascaditas. Hay un arte en despertar su curiosidad … o en que pille unos conceptos que le sirvan para defenderse entre musiqueros.

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