Después de varios años visitando cientos de escenarios, el conocido coach de La Voz Ramón Melendi (Oviedo, 1979) ha ido madurando personal y profesionalmente hasta llegar a ofrecer uno de sus trabajos más reflexivos. Lágrimas desordenadas es objeto de la gira de presentación por toda España que más alegrías está dando al artista.

-¿Cómo le está yendo la gira de presentación?

-Muy bien. La verdad es que hemos tenido un cambio bastante sustancial porque, entre otras cosas, hemos incorporado bastante equipo, pero la verdad es que nos hemos adaptado en los primeros conciertos y va bastante bien. Además, tenemos muchos discos, con lo cual hay mucho repertorio que nos conocemos muy bien. La crítica está aceptando los conciertos estupendamente.

-¿Qué relación tiene con el público de Andalucía?

-Muy buena cada vez que bajamos. Nos llaman poco de allí, pero siempre que vamos lo disfrutamos mucho. Además yo tengo familia allí y mi mujer también es andaluza, así que siempre que vamos para allá lo pasamos muy bien.

-Son ya muchos discos, y se nota que ha ido madurando tanto con las melodías como con las letras. ¿Qué sentimientos quería transmitir con este último disco?

-En realidad yo creo que uno transmite lo que está viviendo. Y yo ahora mismo estoy en una época de tranquilidad y bastante reflexiva. Puede que transmita eso, la época de madurez que estoy viviendo. Puede sonar un poco pedante, porque tengo 34 años y tampoco puedo estar maduro del todo, pero sí que es verdad que a nivel musical ya llevo bastantes cosas andadas y se nota un poquito la madurez.

-Hay algunas canciones de este disco que se escapan de las temáticas habituales en su repertorio, por ejemplo La tortura de Lyss, que habla de los abusos infantiles. ¿Qué le llevó a escribir esta canción?

-Esas cosas salen de conversaciones. En realidad, yo creo que casi todas las ideas salen del intercambio de opiniones. Además, dio la casualidad de que esa conversación que tuve fue justo una semana después de que naciera mi hijo Marco, así que yo estaba un poco tocado. Cogí la guitarra y salió algo distinto, pero totalmente natural.

-En este trabajo, es el single el que da nombre al disco. ¿Por qué decidió ponerle Lágrimas desordenadas como título?

-Yo creo que siempre hay que buscar un título un poco llamativo. Además, buscaba uno significativo, porque no todas las canciones del disco están escritas al mismo tiempo, algunas estaban compuestas desde hace mucho y se habían quedado fuera de los anteriores: es como si estuvieran desordenadas en el tiempo. Todo tenía mucho que ver, pero la realidad de todo es que el título del single, Lágrimas desordenadas, me parecía muy atractivo para el disco.

-¿Cuáles son esas canciones antiguas que recoge este trabajo?

-Pues el mismo single, Lágrimas desordenadas, es de las antiguas, y La tortura de Lyss, también. De hecho, antes se llamaba La tortura de Ruth y tenía otra temática. Aunque la melodía es la misma, antes hablaba de malos tratos y no de abusos a menores. La estrofa y el puente de Aprendiz de caballero también estaban hechos, por ejemplo. Hay muchas cosas que ya estaban hechas y que no aproveché en su momento, aunque no sé por qué. A veces nos equivocamos y nos dejamos cosas en el tintero bien por aburrimiento o porque nos cansamos de escucharlas, pero luego la gente las escucha y, en realidad, les gustan más que lo nuevo que hacemos.

-¿Tiene alguna canción favorita, de este último disco o del resto de sus trabajos?

-Hay muchas que me gustan, pero favoritas es muy complicado… De este último me gusta mucho Cheque al portamor porque, musicalmente hablando, ha supuesto un crecimiento y un paso adelante. Y por otro lado, Cierra los ojos es una canción importantísima para mí, porque es autoterapéutica.

-¿Sigue componiendo también durante la gira?

-Lo estoy intentando, pero soy un auténtico negado. Además estoy en la fase esta mía que son los tres o cuatro meses después de que salga el disco: no me sale nada, estoy seco y uno se empieza a plantear que no vale... Esa fase autodestructiva. Es un horror, cuando no me sale nada me frustro, pero qué le voy a hacer.

-¿Qué le ayuda a componer?

-La verdad es que me dejo influir de todo un poco en la vida, todo lo que vaya pasando. Voy apuntando cosas que me llamen la atención y después voy uniéndolas. Pero llevo dieciséis años componiendo y no sabría ni explicárselo. De repente un día las cosas encajan y no sabes por qué.

-Todos le han visto en el popular programa de Telecinco La Voz, y ya ha dicho que no participará en la siguiente edición. ¿Por qué?

-Estoy a tope de trabajo… La verdad es que es una experiencia muy bonita, pero una experiencia es eso, sólo una. No se puede convertir en algo del día a día, yo en realidad soy músico y me dedico a cantar, tengo mis giras, trabajo también en Latinoamérica y tengo familia. Al final tengo que dividirme y decidir una cosa u otra, y me decanto por lo que es lógico, mi carrera y mi familia.

-¿Se habría presentado a un programa de este estilo cuando empezó en la música?

-Hombre, la verdad es que no sé… Creo que soy una persona con bastante coherencia y me doy cuenta de que yo no podría presentarme, porque no tengo la capacidad vocal para presentarme a un programa que se llame La Voz.

-Eso es algo que ha comentado muchas veces, pero sus fans no opinan lo mismo.

-Yo tengo otras cosas, no es falsa modestia. Yo soy un cantautor y concibo la música como una manera de comunicar y de sacarse las cosas de dentro. Este formato de programas busca un tipo de cantante más lírico.

-Una pregunta que mucha gente se sigue haciendo: ¿por qué se deshizo de las rastas que parecían estar unidas a su nombre desde el principio?

-Fue a final de 2006. Uno de esos días que llegas a casa y dices que quieres cambiar porque no eres feliz. Pides un cambio por dentro y por fuera. La vida es un constante cambio, un constante aprendizaje, no hay que negarse a eso nunca.