La pasada semana, el buque de Salvamento Marítimo Clara Campoamor llegó otra vez a aguas malacitanas. Posicionado desde febrero de este año en el mar de Alboran compartiendo base entre Málaga, Almería y Motril, el que está considerado como el mejor buque de la marina mercante española, era ubicado en uno de los de los tres atraques que conforman el muelle de Cánovas. Con infinidad de curiosas peculiaridades que poco a poco les iré desvelando en próximas columnas, el Clara Campoamor participa de una muy singular circunstancia; un hecho explicable por su misión de rescatador que le posibilita entrar y, especialmente salir, con la mayor celeridad posible ante una emergencia sin tener que usar el servicio de amarradores.

Dicho esto y al haber mencionado a los amarradores, hoy les contaré algunos aspectos sobre esta profesión portuaria. Particularizando en Málaga, hasta la década de 1960, el trabajo de amarrar los barcos al muelle constituía una labor un tanto anárquica. Aunque había personas encargadas para esta misión, básicamente, y sólo les hablo ya en el siglo XX, los consignatarios eran los que decidían quién debían ejecutar estas funciones. Sobre un amplio grupo de trabajadores que habitualmente cumplimentaban estas misiones, los agentes representantes de los buques eran los contrataban sus servicios; una circunstancia muy similar a la que se deba con las collas de estibadores. De la mano de la autoridad marítima militar, estos diferentes grupos de trabajadores fueron unificados; un hecho que mejoró la situación laboral de los amarradores.

Organizados y creada en diciembre de 1979 la empresa Sepumasa, la forma de trabajar de los amarradores malagueños ha cambiado considerablemente en las últimas décadas. Además de la uniformidad, el material empleado y las medidas de seguridad con la que ahora se amarran los barcos, los trabajos de este colectivo se han diversificado mucho; unas labores que en la actualidad se complementan con servicios tales como los barqueos a buques fondeados o la vigilancia ante la contaminación portuaria.

Un grupo de trabajadores portuarios que viven los 365 días del año a pie de muelle y del que en otra ocasión les seguiré hablando.

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