Análisis

Gumersindo ruiz

Coge la bicicleta y vete al hospital

La ingenuidad con que Peter Hessler lo cuenta hace aún más tremendo su relato sobre los "comités de barrio", que han llevado el peso del control del Covid-19 en China. Desde el inicio de su mandato en 2012, el presidente Xi Jinping recuperó los centros que tenía el partido por todo el país, donde se realizan actividades culturales, deportivas, y se prestan servicios de ayuda en trámites a personas y pequeñas empresas, y principalmente sirven de soporte a los noventa millones de afiliados a un partido donde no entra cualquiera, sino sólo uno de diez que lo solicitan. Lo que ha visto Hessler, norteamericano y amigo de China donde ha enseñado composición en inglés durante largos períodos, es cómo ni el sistema sanitario, la tecnología, la protección laboral, a empresarios, el crédito, ni la enseñanza, son un ejemplo, y el cierre, la reducción de salarios y los despidos han sido la norma; si acaso se conceden permisos para instalar tenderetes en mercados para que algunos sobrevivan.

Frente a que cada uno se las apañe como pueda, en el control de la pandemia no se da ninguna alternativa más que seguir las instrucciones del partido a través de los comités vecinales que reciben fondos públicos, contratan personal -entre ellos pequeños comerciantes que han cerrado-, los cuales trabajan doce horas al día, se infectan con frecuencia, son despedidos o castigados por pequeños errores, pero hacen las pruebas y seguimiento y mantienen un control absoluto sobre la población, pues no seguir sus mandatos no es una opción, ya que las autoridades locales de quienes dependen son penalizadas por los brotes que se produzcan.

La idea que puede sacarse de todo esto es que al hablar de la crisis sanitaria se comparan sistemas distintos; el problema de España es indiscutiblemente Madrid y áreas colindantes, y algo menos Cataluña, pero el sistema es en esencia similar en todo el país. Los países asiáticos han construido sin duda estados más fuertes que vienen muy bien para organizarse y responder a una pandemia, y en los occidentales juegan muchas opiniones, instituciones judiciales, legislativas, y de gobierno centrales y territoriales en coaliciones, corporativismos, y una oposición que como en España si no es parte de la solución puede llegar a verse como parte del problema -en otro ámbito, la situación del poder judicial en España y en Estados Unidos, siendo tan distintos, están cortados por el mismo patrón, uno para que no se renueve, y otro una renovación precipitada para influir en unas elecciones-. No hace falta decir que esta es la cara y cruz de una democracia, si bien los países pasan por épocas políticas diferentes, ceder poder permanente a un estado no es algo que una mayoría entre nosotros considere; aunque en China hay una mayoría que está satisfecha con la forma en que su estado está resolviendo el problema. Que vivimos en mundos diferentes se ve por un detalle que describió a Peter Hessler uno de sus alumnos: "Un hombre de unos cincuenta años -cuenta- llegó extenuado a un hospital para pedir una prueba, y dijo que se había sentido enfermo, el comité del barrio le identificó los síntomas y le recomendó que cogiera la bicicleta y fuera al hospital para no infectar a otras personas en el transporte público".

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