Análisis

Joaquín Aurioles

La España que Andalucía necesita

España no era ni es un país en el que sirvan los promedios". Lo apunta C. Arenas en Lo Andaluz (El paseo, 2022), al referirse a la educación en tiempos de la república, cuando las carencias de la escolarización en Andalucía doblaban las de toda España. Si las soluciones se diseñan con los promedios del conjunto de España, difícilmente se satisfarán las necesidades de todas las partes y aumentará la desigualdad. Arenas llega a atribuir la derrota final de la república a la falta de empatía de sus gobiernos con los problemas reales de Andalucía: "desinteresándose de los problemas de Andalucía, la república segaba la hierba bajo sus pies".

Recurro a la referencia histórica para acercarme a la realidad actual en la que el reelegido presidente de la Junta promete presencia activa de la comunidad en todos aquellos foros y circunstancias donde estén en juego intereses andaluces. Llevamos mucho tiempo, y desde luego todo el siglo XX, desempeñando el papel que se nos ha asignado para la mejor gloria de España y los intereses de otros territorios, especialmente de Cataluña, País Vasco y Madrid. Además de la emigración y del mecanismo de trasvase de rentas desde las regiones de base agraria a las de base industrial, gracias al proteccionismo arancelario, nuestra numerosa representación en Cortes también ha permitido a los andaluces contribuir generosamente a la estabilidad que España ha necesitado durante la democracia.

Pero, ¿será posible pasar de ser la Andalucía que ha necesitado España a construir la España que conviene Andalucía? Lo que nos dicen las encuestas de opinión es que la principal preocupación de los andaluces sigue siendo el paro (55,1%, según barómetro de junio de Centra), seguido de la inflación (10,4%). Para los españoles, según el CIS del mes de julio, el principal problema es la situación de la economía (29,1%) y el segundo el paro (13,8%). Pese a la clara distorsión entre andaluces y españoles, el presidente de la Junta ha centrado sus últimos discursos en la economía y en la inflación, dejando el paro en un segundo plano.

Si los intereses de Andalucía hubiesen estado presentes, la reforma laboral impulsada por el gobierno habría sido diferente. Las modificaciones introducidas sobre la de 2012 se limitan a las modalidades de contratación y a la negociación, dos pilares centrales del marco de relaciones laborales, pero dejan en segundo plano los otros dos, que son los más directamente relacionados con el paro: la protección al desempleado (subsidio) y las políticas activas de empleo (reinserción).

El otro aspecto central de las relaciones entre Andalucía y España es su atraso secular. Seguimos estando a tanta distancia como al principio de la democracia del bienestar medio de los españoles. El concepto de equidad territorial del inicio del "estado de las autonomías" se ha modificado hasta el punto de arrinconar la problemática de los desequilibrios económicos regionales. La España vaciada gana terreno frente al atraso económico o el desempleo, gracias a su trascendencia política en la formación de mayorías parlamentarias, con el consiguiente perjuicio para las aspiraciones de convergencia de Andalucía.

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