Gumersindo Ruiz

España en el conflicto palestino

Tribuna Económica

31 de octubre 2023 - 00:00

En un artículo previo veíamos cómo Irán se ha hecho fuerte al desaparecer el contrapoder que era Iraq, tras la invasión norteamericana. Naftali Bennet, anterior primer ministro de Israel, confirma esta idea (The Economist, 17 de octubre) diciendo: “Hamas no es el único enemigo. Es sólo un tentáculo que surge del pulpo del terrorismo que es Irán”. Irán, que no es un país árabe, inicia una guerra mediante un partido que es Hamas, y otro que es Hezbollah, que lo son, sin entrar abiertamente en ella. Los árabes comparten etnia y lenguaje (hay una importante minoría integrada en Israel), los musulmanes religión, y el islamismo es una doctrina política, pero nunca habían sido tan grandes las diferencias entre estados respecto al conflicto palestino. A partir de algo real como es la situación insoportable de los palestinos, se ha conseguido extremar divisiones; entre ellas el rechazo en Egipto a la presión de desplazados, pues el sur de Gaza tiene una de las concentraciones de población más altas del mundo; en Líbano, por quienes no quieren una nueva guerra; las manifestaciones en países musulmanes hasta ahora moderados; atentados y amenazas; el representante para Seguridad y Relaciones Exteriores de la Unión Europea advirtiendo a la presidenta de la Comisión que su apoyo total a Israel no se corresponde con las posiciones contrarias dentro de los países miembros; y se van sembrando discordias, ya sea una ministra que califica a Israel de forma que no gusta a este país, o los difíciles equilibrios del presidente de los Estados Unidos. También han conseguido Irán y Rusia desviar la atención y las ayudas a Ucrania.

Las relaciones entre España y Palestina se recogen en el documento Country Partnership Framework Palestine-Spain 2020-2024 del Ministerio de Asuntos Exteriores, sobre principios de desarrollo sostenible y coordinación de las doce ONG españolas en Palestina. Se reconoce que Palestina tiene derecho a ser un estado y organizarse política y económicamente con instituciones sólidas; que los 600.000 colonos extranjeros asentados por Israel impiden este propósito, así como las demoliciones y desplazamientos, restricciones al acceso al agua y la energía; se pone énfasis en la gestión del suelo, agricultura, fiscalidad, el papel del empresario, la vulnerabilidad de las mujeres y los derechos humanos. El programa mantiene 100 millones de euros para los cuatro años, y es peculiar cómo la ayuda pasó en su momento de 10 millones a 80 con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, entre 15 y 20 en el de Mariano Rajoy, y sube en estos últimos años a 40 millones.

España tiene que acordar con los países de la Unión Europea su posición, que sin duda tendrá contradicciones, en un conflicto que cada uno ve con intereses, ideologías y sentimientos diferentes, y opiniones dispares que dan peso a unos hechos y lo quitan a otros. La escritora Arundhati Roy, a propósito del libro de Nathan Trall Un día en la vida de Abed Salama, que es un día dramático no extraño en la vida de personas corrientes en uno de los territorios palestinos, denuncia el “espectáculo de las formas engañosas y complejas con que un estado puede martillear a la gente, y –dice– aun así ganarse el aplauso y adulación del mundo civilizado”.

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