Liderar la sanidad pública

A los profesionales habrá que retribuirles mejor y hacerlo de manera diferente

El sistema público de salud es un servicio de enorme utilidad para el conjunto de la sociedad española. Es una inversión en el sentido pleno del término. Una inversión que bien gestionada solo produce beneficios, puesto que tener más y mejor salud y hacerlo garantizando la equidad y la igualdad social, permite hacer posible una sociedad cohesionada.

Además, es una inversión que tiene retorno en forma de empleo (la sanidad pública es la empresa con más personas trabajadoras en nómina), en forma de inversiones productivas apoyando en muchas ocasiones iniciativas de I+D+i y en forma de recursos económicos vía impuestos, entre otras consecuencias que generan retorno económico de lo invertido.

Pero el sistema público de salud tiene ante sí numerosos desafíos como consecuencia de los importantes cambios sociales, demográficos, de tipo de problemas de salud a atender o cambios tecnológicos por la innovación terapéutica, la digitalización o la incorporación de la inteligencia artificial, lo cual requiere un rumbo renovado para hacer posible una adaptación a las nuevas necesidades.

En el próximo futuro tendremos que resolver una actualización y modernización en la Atención Primaria incorporando nuevos servicios (sobre todo para atender y cuidar bien a los pacientes con patologías crónicas y con polimedicacion), incorporando más profesionales e incluso otras profesiones sanitarias a un trabajo colaborativo (la enfermería y los farmacéuticos están sin duda llamados a ello), y haciendo posible una integración real entre los hospitales y los centros de salud, poniendo en el centro a las personas.

A nuestros profesionales habrá que retribuirles mejor y hacerlo de manera diferente en función de sus resultados; el café para todos no es un sistema que guste a los profesionales y, por ello, el cambio en este sentido debería abordarse con una mirada de luces largas y buscando un acuerdo estratégico con los profesionales y sus organizaciones.

Y los ciudadanos y pacientes deben percibir acciones concretas y evaluables para asegurar la equidad en el acceso y en los resultados en salud. Probablemente este sea uno de los desafíos que requieren una estrategia clara y comprometida. Tanto en el interior de cada Comunidad Autónoma como en el conjunto del país, la inacción frente a las desigualdades no es aceptable; la equidad es una obligación y para ello hacen falta planes específicos con objetivos concretos e indicadores para medir resultados. Las esperas y las diferencias de acceso que influyen en la salud requieren planes y acciones constantes para minimizar su impacto.

Estos asuntos, junto a un impulso real a las políticas de salud pública, deben formar parte de la agenda de trabajo en las políticas públicas que se han de desplegar en los próximos años. El objetivo debe ser fortalecer y modernizar el sistema público de salud de una manera clara haciendo viable un sistema cohesionado y sostenible social y económicamente.

Todo esto requiere la articulación de un proyecto renovado que debe liderarse desde la acción política en sintonía plena con la población y los profesionales. Una enorme tarea. Una tarea necesaria y factible que nos interpela a todos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios