Los datos de riesgo-país son indicadores de confianza inversa. Reflejan la probabilidad de incumplimiento de compromisos de pago en un país y aumentan con el deterioro de los equilibrios macroeconómicos, con la inestabilidad política y con la conflictividad social. Las agencias de rating utilizan combinaciones de letras, números y signos para valorar tanto la situación actual como la perspectiva, mientras que los indicadores sintéticos más acreditados son la prima de riesgo en Europa y el Emerged Market Bond Index (EMBI), que elabora JP Morgan, en América y el resto del mundo.

Un indicador elevado de riesgo-país provoca la huida de los inversores y repercute muy negativamente sobre la actividad y el empleo. Financiarse resulta más difícil y costoso, incluso para las corporaciones más solventes y es la razón fundamental por la que gobiernos y bancos centrales se esfuerzan por defender su reputación financiera. Gobiernos populistas, como el de la coalición Syriza en Grecia entre 2015 y 2019, tuvieron que renunciar a sus compromisos electorales al advertir las demoledoras consecuencias económicas del deterioro de la confianza. Grecia sigue teniendo la prima de riesgo más elevada de la Eurozona (151,6), que indica el diferencial de rentabilidad (en puntos básicos) entre el bono griego a 10 años y su equivalente alemán. En España la diferencia es 73 y entre ambos están Portugal (78,5) e Italia (134,9).

En el mes de marzo, los peores augurios se dibujaban en el horizonte de la economía española. A finales de febrero, la prima de riesgo estaba en un nivel similar al actual (26/02; 74), pero se duplicó en apenas dos semanas (18/03; 146). Los capitales que se habían refugiado en la renta fija huyendo de la bolsa, terminaron por alejarse también de la deuda pública, decepcionados por la tibieza inicial del BCE y por los multimillonarios programas de resistencia que comenzaban a anunciar los gobiernos. Todo se detuvo de forma repentina con el cambio de rumbo del BCE y la revitalización del programa de compra de deuda. La prima de riesgo española volvió a situarse por debajo de 100.

Las desavenencias sobre la emisión de eurobonos y la sentencia del Tribunal Constitucional Alemán, contraria al programa de compra de deuda, reactivó las tensiones y la prima de riesgo española volvió a dispararse (22/4; 155,6), pero el anuncio del fondo de 750.000 millones en ayudas a los más perjudicados por la pandemia, resultó suficiente para frenarla. La perspectiva de una temporada turística menos aciaga de lo previsto y el principio de acuerdo sobre el fondo para la reconstrucción situaron la prima de riesgo por debajo de los 90 puntos en el mes de junio y continuó bajando en los siguientes.

Pero ni la desescalada ha sido tan sencilla en términos sanitarios, ni el turismo ha podido sobreponerse a la multiplicación de los rebrotes. La promesa de ayudas por 140.000 millones de euros hasta 2024 mantiene favorable la calificación riesgo-país, pero con nubarrones. Por un lado, por la manifiesta incompetencia en la contención de la segunda ola de contagios. Por otro, por la incertidumbre sobre nuestra capacidad para impulsar tan ambicioso volumen de inversión.

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