Carmen Pérez

Riesgos del sector bancario y cómo afrontarlos

Tribuna Económica

13 de octubre 2023 - 00:00

El martes, el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, disertó acerca de la evolución y los retos del sector bancario español en un entorno de incertidumbre. De su largo discurso, entresacamos, y comentamos, lo que señaló sobre los riesgos a los que está sometido actualmente nuestro sistema bancario –“que siguen siendo significativos”– así como las medidas que habría que acometer para enfrentarlos.

En primer lugar, se refirió al margen de intermediación. La banca lo ha mejorado enormemente con la drástica subida de los tipos de interés, pero el gobernador les advierte de que esto no será permanente. Lo razonable es que terminen trasladando los altos tipos también a los depósitos (inaceptable esta tardanza), y les subirá así el coste de su financiación.

En segundo lugar, la contracción del crédito supone menos negocio. Además, las exposiciones financieras –préstamos o bonos– a tipos fijos ven reducido su valor cuando suben los tipos de interés, lo que causa deterioros inmediatos en las posiciones valoradas a valor razonable.

En tercer lugar, en un contexto de menor crecimiento y elevados tipos de interés, es esperable un deterioro de la calidad crediticia, cuya rapidez y severidad dependerá de la materialización de los riesgos identificados.

Y, por último, no pueden descartarse turbulencias en los mercados financieros, que provoquen correcciones de valor a la baja de algunos activos financieros, con la consiguiente traslación en pérdidas y encarecimiento de la financiación.

Pero el gobernador tranquiliza: las pruebas de resistencia realizadas a nivel europeo muestran una elevada capacidad de resistencia del sector bancario europeo y español a escenarios muy severos (superan esos bajos listones a los que el sector está sujeto). No obstante, aconseja a la banca que refuerce su capital propio, dotando más reservas y repartiendo menos dividendos (algo obvio, pero pasan). También les conmina a que aborden los desafíos estructurales que tienen desde hace años: la gestión de los riesgos climáticos, la digitalización o la creciente competencia de las empresas tecnológicas (con años de retraso, pero lo están haciendo).

También conmina a los organismos reguladores y supervisores –a él mismo–, a mejorar los Acuerdos de Basilea a la luz de las turbulencias del marzo pasado, especialmente respecto a los riesgos de liquidez y de tipo de interés en la cartera de inversión (alucinante que todo esto no estuviera ya más que contemplado). Y con independencia de este trabajo futuro, la prioridad, dice, debe ser aplicar la normativa Basilea-III (pues está pendiente desde 2010, y según se dijo entonces era completamente imprescindible).

Por último, también reclama la creación de un fondo europeo de garantía de depósitos plenamente mutualizado para evitar los potenciales episodios de fragmentación (un euro no es igual en cualquier parte de la Eurozona). Y termina abogando por la sostenibilidad de las finanzas públicas de los países miembros y por la creación de un mecanismo permanente de estabilización macroeconómica europeo. Esto último, que no parece relacionado con el sector bancario, lo está estrechamente: la credibilidad de la banca reside hoy en día en la credibilidad de su Estado.

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