He andado unos meses con T. S. Eliot y La tierra baldía. En ese espectacular poema la figura de Tiresias ocupa un lugar central, alrededor del que todo gravita.

Tiresias fue ciego desde joven. Según unos su ceguera fue obra de la diosa Atenea, en castigo por haberla sorprendido desnuda; pocas bromas con Atenea. Según otros la causante fue Hera, encolerizada porque Tirias le dio la razón a Zeus, en una disputa que mantenían ambos dioses sobre quién de los dos gozaba más en la coyunda. En ambos casos, eso sí, la ceguera le fue compensada con el don de ver el futuro. Ese destino ha fascinado desde siempre a los poetas.

Tiresias fue el gran mediador. Como vidente, media entre los dioses y los hombres; por su longevidad, entre los vivos y los muertos; como andrógino, entre hombres y mujeres. Porque esa es otra: Tiresias fue hermafrodita. Oigamos a Ovidio:

…conocía este el placer de uno y otro sexo; pues con su bastón había molido a golpes a dos grandes serpientes, cuando estaban copulando en verde selva, y, convertido, ¡oh prodigio!, de hombre en mujer, había vivido siete otoños como tal.

Esta condición tan especial nos la recuerda así Eliot:

…yo, Tiresias, aunque ciego, palpito entre dos vidas;

viejo con arrugados pechos de hembra, puedo ver […]

Yo, Tiresias, anciano de tetas arrugadas…

Tiresias comparece en la literatura europea con cualquier excusa, por ese doble carácter de profeta y andrógino.

En el canto XI de la Odisea, Ulises bajó a los infiernos a pedirle consejo, ya que seguía haciendo certeros vaticinios hasta después de muerto. Profetizar puede convertirse en vicio.

Guillaume Apollinaire tiene una obrita intitulada Les mamelles de Tirésias -Los pechos de Tiresias-, de 1917. En ese drama surrealista, una tal Teresa, joven feminista que se niega a tener hijos…

Je sui féministe et je ne reconnais pas l'autorité de l'homme

…se convierte en un señor mujer, después de liberarse de sus tetas y adoptar el nombre de Tiresias; su marido, en cambio, traerá miles de hijos al mundo para repoblar la ciudad de Zanzíbar. ¡Telita de Sabadell!

Mucho antes, en la Necyomantia de Luciano, Tiresias da esta moderna recomendación a la vieja pregunta sobre cuál es la mejor vida que puede llevarse:

…la vida de un individuo corriente: olvidarse de los filósofos y de su metafísica.

También Dante (un periodista teológico, según Cioran) llama en causa a Tiresias, a quien sitúa en el octavo círculo infernal. Allí había sido condenado a caminar con la cabeza vuelta hacia atrás por toda la eternidad, él, que en vida no hizo sino mirar al futuro. Dante empieza por recrear la fabulación de Ovidio:

Miré a Tiresias, que mudó el semblante

cuando de macho a hembra se cambiara…

Y después nos cuenta la nueva maldición que le sobrevino:

Considera a su pecho espalda siendo:

porque de más mirar quiso adelante

mira hacia atrás y va retrocediendo.

Sí. Tiresias ha sido mil veces interpelado en nuestra tradición literaria y su fama sigue creciendo y ha llegado ya hasta Japón. En Kafka en la orilla, de Haruki Murakami, sale un bibliotecario llamado Oshima, que es transexual, consejero y un poco guía espiritual.

Tiresias-san, supongo.

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