Se cumplen 200 años del nacimiento del neoyorquino Herman Melville, autor de Moby Dick (1851), que representa lo bueno y lo malo, la naturaleza y el inútil intento humano por dominarla que lleva a la destrucción mutua; el capitán Ahab, maníaco en su obsesión por matar la ballena blanca -un animal misterioso, bíblico, único- que le había quitado una pierna, lleva su barco Pequod y la tripulación a un previsible desastre. Es un símbolo que la ballena herida se hunda y arrastre a los botes y a los hombres en un remolino donde muere matando.

Los 135 capítulos de la novela, aunque breves, son difíciles de leer hoy, pues buena parte es una guía de la caza de ballenas, con todo el detalle de su salvajismo y exterminio, junto a una descripción sensual de tierras lejanas, y seres humanos al límite. Al inicio el narrador de la novela, Ishmael, cuenta cómo comparte cama en una posada con un personaje tatuado, alto, de una tribu caníbal, y de qué forma la experiencia que le aterroriza da paso a una amistad profunda. "Aunque sentí una enorme repugnancia -dice- la noche anterior en la cama, puede verse como nuestros perjuicios son rígidos, o elásticos cuando el cariño y la amabilidad los vence".

Moby Dick es también una obra donde los personajes abren sus mentes a religiones y costumbres que eran despreciadas como cosas de salvajes. Sin embargo, el paso a esta tolerante aceptación del otro se da compartiendo la adversidad, pues Ishmael no tiene esa noche dónde dormir, y la cama es del otro. Cuando estos días vemos de nuevo la inmigración desde África, entran en conflicto los sentimientos de piedad hacia personas consideradas individualmente, y la impotencia ante el descomunal problema de millones de personas desplazadas de sus orígenes. Miro datos de Naciones Unidas, y sólo en ocho países africanos hay cinco millones de refugiados en tránsito, el principal Uganda, con un 1,2 millones, que sufre desde hace unos días un nuevo brote de ébola; algunos de ellos tienen las tasas de crecimiento del producto más altas del mundo, pero eso, ¿qué significa? El África subsahariana es con enorme diferencia lo peor, con un 70% de la población rural y un 25% de la urbana en situación de pobreza extrema; y donde el crecimiento de la población será mayor en los próximos 15 años. De la forma que lo queramos ver, es un problema que nos desborda, pero del que no podemos sustraernos, y exige un complejo plan de acción común europeo, porque, desde luego, va mucho más allá de prohibir o permitir que atraque un barco con inmigrantes.

Herman Melville murió en 1891, fue famoso en vida, pero murió olvidado; se le redescubrió alrededor de 1919, y entre las muchas lecturas de su obra está la visión contradictoria entre su crítica al imperialismo comercial y los misioneros, y la incapacidad de esos pueblos para tener un buen gobierno. Su forma de escribir, con cierto descuido y excesivas metáforas y citas, no empaña la fascinación que crea, y llevó a Emily Whitson a decir a la muerte de Melville: "Es difícil encontrar un libro como Moby Dick, y debería ser leído por esta generación, pues entre ese débil alimento mental de las pequeñas historias realistas o fantásticas de hoy, destaca como una ballena en una escuela de pececillos".

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