El ‘Santa María Manuela’

El Santa María Manuela es una elegante goleta de cuatro mástiles con una historia digna de ser contada. Y aunque en alguna ocasión ya les he narrado sus estancias en el puerto de Málaga, hoy les reseñaré una muy especial curiosidad de este barco; una singularidad que comparte con otros veleros que navegan clasificados como buques de entrenamiento o training ships. Construido en 1937 en los astilleros Companhia União Fabril de Lisboa, este bacaladero de 68 metros comenzaba su biografía formando parte de la flota blanca de pesqueros portugueses que operaba en los caladeros de Terranova y Groenlandia. Despojado en 1963 de sus cuatro mástiles, este buque siguió pescando a motor hasta 1993, fecha en la oficialmente fue dado baja. Rescatado del desguace y restaurado con su fisonomía original entre los años 2017 y 2010, este velero, primero a cargo de una fundación y luego de una empresa privada, comenzaba a navegar efectuando recorridos turísticos albergando a un máximo de 50 pasajeros. Ofertando recorridos de no más de siete días y con la particularidad de limitar el embarque a personas menores de 14 años y mayores de 80, el Santa María Manuela, clasificado como un buque de entrenamiento, da la posibilidad a sus pasajeros de que durante su viaje puedan participar en diversas labores a bordo; unos trabajos que incluyen labores tales como llevar el timón, ayudar en las maniobras de las velas o realizar guardias nocturnas.

Vista las posibilidades de este barco que, muy alejado de los circuitos cruceristas convencionales también realiza singladuras turísticas, la pregunta que habría que hacerse es si este velero, al igual que otros clasificados como barcos de entrenamiento son o no realmente buques de crucero. Frente esta cuestión que nos llevaría a tener que tratar algunos complicados temas burocráticos, les diré que el Santa María Manuela que hace unos días cumplimentaba su sexta visita a Málaga comenzaba en el puerto de la capital costasoleña una ruta de seis noches con destino a Portinamo y Lisboa; una singladura que desde 1.080 euros permitirá a las personas que naveguen en él convertirse por unos días en un turista tripulante de un veterano velero de 88 años.