Adoctrinar no es malo. En absoluto. O cuando menos, todos lo damos por admitido. El adoctrinamiento, acción de instruir determinadas enseñanzas, ideas o creencias en los individuos, es la llave y la panacea de conquistas sociales. Medios de comunicación, partidos políticos, Google... ¿quién no ha utilizado los medios a su alcance para vender más ejemplares, obtener rédito electoral, o cerrar un gran contrato? No. Adoctrinar no es malo. También nosotros estamos adoctrinados en el sistema de creencias que inculcaron nuestros padres, aunque conforme crecemos decidimos nuestro propio sistema de creencias. Ley de vida.

En cuanto trasladamos la acepción al ámbito educativo, acompañado de un coctel de ilusos y mangantes de la ideología, viene el follón. Para ello basta contar con un supuesto técnicos que proporcione figurativo lustre (hoy toda propuesta viene avalada por un técnico, recobrando sentido el eslogan de "ponga usted un técnico en su vida"). En el ámbito educativo, adoctrinar es influir en las personas para creer ciertos hechos, sin que éstos vengan respaldados por algún descubrimiento; o promocionar la creencia de que sólo hay una solución para un problema, evitando cualquier otra posibilidad, etc.

Ello en una semana donde las elecciones andaluzas no abren debate alguno sobre la reforma educativa de la Ley Celáa y su inminente aplicación en Andalucía. Bueno, miento. En campaña se entrometió Doña Isabel para encender la mecha de los libros de texto. Los denomina ingeniería social del adoctrinamiento, lo que la ha plantado en el Supremo, en defensa de los jóvenes madrileños. No sé si exactamente eso, pero algo deberíamos hacer aquí. Es evidente que el Partido Socialista andaluz dará la callada por respuesta. No renta debatir una ley que erosiona en exceso la imagen del Gobierno de la Nación. Pero eso no quita que otros partidos (Vox, PP, Ciudadanos, hasta Podemos), deban retratarse. Apenas un mes para aplicar lo que estimen para el nuevo curso escolar en nuestra región, y ello, merece cuando menos el compromiso previo electoral. Soy de los que piensan que debemos hablar del bolsillo y rehuir los charcos, como dice Feijóo. Ya se ocupará Sánchez de ir creando charcos para esconder el altavoz de la crisis económica. Lo sé. Lo comparto. Pero el tema de la educación tiene suficiente consistencia como para aquí, en Andalucía, buscar soluciones que requieren sin demora nuestra atención.

Última cosa: recuerdos a nuestro exconsejero de Educación granaíno. Su expresión pública de tontopollas, nos ha señalado mucho más que la Alhambra. Es verdad que Feijóo no tuvo arte para no entrometerse en semejante jardín. Pero Vd. y su tontopollas, vino a estereotipar una vez más dónde está Granada y quiénes son los granadinos. Así son. Así somos. Como el exconsejero… de Educación, sí, de educación…

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