La entrada de Vox en el Parlamento andaluz es solo el reflejo de la ira populista contra el orden establecido. Ese statu quo que en Estado Unidos, por ejemplo, estalló en mil pedazos con la llegada al poder de Donald Trump. En Europa, los británicos decidieron soltar lastre con la UE y aprobaron el Brexit entre las risas sarcásticas de populistas y eurófobos de todos los rincones. En Italia, la Liga de Mateo Salvini se convirtió en el primer partido con su amenazante discurso contra los inmigrantes. En Brasil el ultraderechista Jair Bolsonaro, un ex militar de 63 años nostálgico de la dictadura, ganó las elecciones... En Andalucía ya tenemos nuestra particular ración.

Aquí en los últimos días nos hemos entretenido con los dragones de Teresa Rodríguez, con la vaca de Juanma Moreno Bonilla, los folios de Juan Marín y el populismo de Susana Díaz. Todo muy cómico. Y quizás eso lo explique todo. Porque los ciudadanos están cansados de los mismos mensajes, de las mismas campañas sin contenido y de debates insustanciales marcados por la tragicomedia. Y en ese terreno mensajes como los que lanza Santiago Abascal calan a la perfección. El problema en Andalucía es que Vox era considerado como una amenaza lejana. Pero nadie creía realmente que el lobo estaba a punto de llegar. La duda es si ha llegado para quedarse. La respuesta la sabremos en las próximas elecciones generales, el verdadero termómetro para esta formación.

En clave de gobernabilidad -soy ingenuo- falta por confirmar si PP y Cs pactan con Vox o si este último aceptaría entrar en un hipotético gobierno para expulsar al PSOE del poder cuatro décadas después. De los mensajes de Rivera y de Casado de estas últimas semanas se puede deducir que están dispuestos a pactar con un partido de ultraderecha para arrinconar a Díaz. Creo que una gran parte de su electorado no comprendería esa alianza y les podría pasar factura en las próximas elecciones generales. Casado y Rivera, dos líderes muy jóvenes, tienen que tomar una decisión que sin lugar a dudas marcará su futuro político.

El PSOE cosecha el peor resultado de su historia y el futuro político de Susana Díaz podría estar sentenciado por culpa, en gran parte, de la desmovilización de su electorado. ¿Y qué me dicen de Moreno Bonilla? Cuando muchos le señalaban la puerta de salida ahora está a un paso de convertirse en el próximo presidente de la Junta de Andalucía tras cuarenta años de reinado socialista. El cambio en Andalucía está más cerca que nunca. Lástima que para que esa ecuación resulte hayamos tenidos que asistir al renacimiento de la ultraderecha.