A la sombra de los olmos

José Martínez Olmos

pepemolmos@gmail.com

17-A: Aniversario agridulce

El viernes se conmemoró el primer aniversario de los atentados de Barcelona y Cambrils en una serie de actos que han concitado la atención y la solidaridad de millones de españoles.

Personalmente he sentido una inmensa pena y, por qué no decirlo, mucha vergüenza al comprobar que para algunos líderes independentistas ha sido una fecha utilizada también para sus reivindicaciones políticas de independencia y de República en Cataluña mostrando su rechazo al rey.

Forzar el reconocimiento de quien como conseller de Interior sólo hizo ese día lo que era su obligación (mejor o peor ejecutada) y mostrar desprecio al jefe del Estado en una conmemoración que sólo debía haber tenido como protagonistas únicos a las víctimas y a sus familiares, ha sido algo totalmente lamentable.

Igualmente, que la portavoz parlamentaria del PP (la ex ministra de sanidad Dolors Monserrat), negara las afirmaciones de las víctimas que nos trasmitían haberse sentido abandonadas y arremetiera contra Pedro Sánchez por haber recibido el apoyo del PDeCAT en la moción de censura, ha sido otro esperpento fuera de lugar. Esos y otros hechos me han generado una agria sensación en un día triste que requería el apoyo inequívoco a las víctimas y familiares y la unidad frente al terrorismo.

Menos mal que la parte más positiva de la conmemoración que vivimos ayer fue la que nos ofrecieron las víctimas, sus familias y el conjunto de la ciudadanía, con su ejemplo de enorme generosidad y saber estar aún cuando el dolor es profundo y las pérdidas, irreparables. La dignidad de las víctimas y de la ciudadanía es una base sólida en la que debemos apoyarnos para afrontar el enorme desafío que supone el terrorismo en la sociedad actual.

Las instituciones tienen la obligación de trabajar con solvencia en la prevención y la persecución del terrorismo porque los medios policiales son fundamentales en esa lucha antiterrorista. Y las autoridades locales, autonómicas y nacionales tienen que colaborar estrecha y coordinadamente junto al trabajo que los gobiernos deben hacer en la cooperación internacional.

Todos somos víctimas del terrorismo porque todos somos objetivo de los terroristas que, cuando actúan, no distinguen entre quienes pasean por las ramblas o por los paseos, viajamos en los trenes de cercanías, usamos los aeropuertos o estamos en cualquier otro escenario del terror.

Como ciudadano, exijo a los que han usado la efeméride para hacer política que nunca más repitan el espectáculo de ayer porque nos genera malestar y dudas sobre nuestra seguridad. Copiemos y aplaudamos la actitud de las víctimas y sus familias que solo merecen nuestro apoyo y solidaridad.

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