Alto y claro
José Antonio Carrizosa
Privilegios
Su propio afán
Con estas elecciones, Pedro Sánchez está escribiendo otro capítulo (¿o será el epílogo?) de su Manual de resistencia. Su estrategia era oponer a la marea social de antisanchismo extenso, una intensiva alarma antifascista. Sólo se la han comprado Bendodo, Sémper y Feijóo. El resto del PP se va dando cuenta de que su discurso contra Vox ni les hace bien ni lo hacen bien ni dan bien los números. Estamos a 6 de junio y ya se puede decir que el ataque de Sánchez ha fracasado. La derecha puede gustar o disgustar, pero ha dejado de dar miedo.
Se ve en el giro del PP, poco a poco menos estanco a los pactos, cuando ayer no más parecía que le iba la vida en impermeabilizarse. Pero también se ve en los alrededores mediáticos del Gobierno que, o mucho me equivoco, o han activado el plan B, dejando el plan A medio activo por si cae algún incauto en esa viejísima estrategia del dóberman de la derechona.
El plan B es el perrito de peluche de la izquierda, esto es, el victimismo del presidente Sánchez, el hombre de la mandíbula de hierro, repentinamente de cristal. Se viene el eslogan de Calimero: “Y a mí… ¿por qué nadie me quiere?”. “Siéntate que te lo voy a explicar y me va a llevar un rato largo”, salen ganas de replicar al que pactó con Iglesias, con Bildu, con ERC, al que nos encerró inconstitucionalmente… Pero lo mío no es explicarle nada a él, sino a todos.
Que los suyos activen el plan victimismo significa tres cosas: 1) que la alerta antifascista no se la cree ni el Tato; 2) que reconocen que el antisanchismo les está haciendo un roto considerable y 3) que han asumido que nos les queda más remedio que ponerse a la defensiva.
¿Qué tendrían que hacer ahora los de la oposición? Es difícil, porque el antisanchismo es un movimiento popular y creciente. Pero mi consejo también es trimembre: en primer lugar, hacer lo mismo que Sánchez, pero al revés: dejarle en un segundo plano. No encarnizarse (para desactivarle el Calimero). Como cuando un partido se va ganando 3-0 y se quita el pie del acelerador. Si Sánchez se erige en su autodefensor, él mismo se hunde. Dejadlo que se defienda (defenestre) solo. En segundo lugar, aprovechar para girar sorpresivamente la campaña al positivo: “En las próximas elecciones, ganas tú y pierden las leyes absurdas, la discordia y la mala gestión”. Por último, la síntesis de los dos puntos anteriores: concretar leyes derogables y omisiones remediables.
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