Visiones desde el Sur

Auschwitz (III)

La memoria es breve y por eso la ignominia campa a sus anchas en un mundo regido por intereses crematísticos

Vivimos en mayor o menor medida -según el país de referencia-, en sociedades conformadas por gobernantes y administrados o amos y esclavos, según.

Entre el gobernante y el administrado por un lado o el amo y el esclavo por otro (ricos contra pobres, instruidos contra ignorantes, opresores versus oprimidos, llámelo como le plazca, pero identifíquelos, distíngalos porque concurrieron en todo tiempo y lugar, son contemporáneos a su existencia y perdurarán por siempre), vistos como sistemas, como unidades del engranaje de la gobernanza del mundo, hay una negra y tupida y fatídica e inhumana red de sumisión por parte de Los de abajo, que Mariano Azuela dilucidó a la perfección cuando escribió la novela del mismo nombre en 1916.

Pero, claro, ni entonces ni ahora se lee excepto sandeces, sin perdón. Y mucho menos se actúa, reivindicando una justicia universal porque los sistemas que nos gobiernan (y nosotros nos dejamos llevar, como barquitos de papel arrastrados por el agua de un caudaloso río que nos transporta irremisiblemente al precipicio de la ignorancia más absoluta) nos mantienen en una inopia feliz, llena de entretenimientos lúdicos que nos llegan a través de los medios audiovisuales, las redes sociales y el universo confuso que supone el uso de Internet: esa Babel en donde si no andamos con cuidado nos perderemos convirtiéndonos en seres clonados con las mismas ideas, gustos y comportamientos, tal como ya vaticinó Orwell en su conocida novela.

¿Sabría el lector decir qué cosa es el Centro de Detención de Guantánamo? ¿O qué son los otros centros que los servicios de inteligencia norteamericanos mantienen desde septiembre de 2001 en Irak, Afganistán y otros lugares? ¿Sabría decirme qué legislación ampara la existencia de estos centros que todo el mundo conoce o al menos tiene alguna noticia de los mismos, y sobre los que ningún país clama de forma machacona e insistente para que se cierren, dilucidando en su caso las responsabilidades jurídicas y políticas que hubieran menester?

¿Sabría el lector decirme cuántas personas han sido ejecutadas en las cárceles existentes en Siria desde el comienzo del conflicto en dicha zona, especialmente en el penal de Saydnaya, sin concurso alguno de autoridades judiciales? ¿Quince mil personas? ¿Veinte mil? ¿Treinta mil?

La memoria es breve decíamos, y por eso la ignominia y la infamia campan a sus anchas en un mundo regido por intereses exclusivamente crematísticos. (…)

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