La chauna

José Torrente

torrente.j@gmail.com

80.000

La nueva normalidad es ver su cara de cemento ante la discordancia entre lo dicho y lo que dejan hecho

El lugar de la política lo están convirtiendo en el inhóspito destino de quienes llegan a ella con el ánimo cabal con que envuelven un sincero espíritu de servicio. Han hecho a la mentira tan protagonista de sus actos que ya nadie es capaz de acotar entre quien dicen la verdad y quien no. Han vestido de tal hipocresía el discurso que es imposible saber cuando la hipérbole es sincera. El palabrerío da paso a la consistencia de los hechos, que los inculpa, los señala, incluso los denigra. Qué sorprendente es verlos como si tal cosa. No les afecta. La verdadera nueva normalidad es ver su cara de cemento ante la notoria discordancia entre lo dicho y lo que dejan hecho. Ni la evidencia les hace perder el rictus de vendedores de crecepelo.

Mientras la España que madruga, alarmada por los efectos reales de la situación, mira preocupada la cuenta de resultados, cierra el negocio o despide al personal, la verdadera política de quien la gobierna se dispone en la única dirección que siempre interesó a los partidos coaligados por el poder: polarizar, dividir, enfrentar. En definitiva, vulgarizar el servicio público, lograr su mutación poniendo lo público a su servicio partidario, quebrar el orden conocido para justificar la ruptura, su verdadero objetivo.

Se diagnosticarán pocos casos en España, decían en marzo. Hemos derrotado al virus, era por junio. Salíamos más fuertes, allá por julio. Y ya vamos por la tercera ola, un año después, que ya sí debía saberse. El IVA de las mascarillas y el de la luz se soborna con mentiras desde el relato oficial. Ahora que la energía sube cuatro veces más de lo que subió con Rajoy, no convierten en escándalo su precio, aunque el frío sigue atacando a los hogares más desvalidos. Pero ellos con su obsesión: Madrid, Ayuso, Almeida… Han achicado el Estado a la influencia exclusiva de los barrios capitalinos. Es el respeto que les merece el poder que ostentan.

Es tal la prepotencia de quienes se creen por encima de la norma, que cuatro alcaldes del PSOE y uno de JxCAT, decidieron vacunarse luciendo insolidaridad y soberbia, sin estar en el colectivo prioritario. Y ahí siguen ellos, emitiendo excusas de progrepícaros, justificando su inmoralidad, amagados entre la manada, esperando que escampe para no perder el prurito del sillón y el salario que les da la vara.

80.000 muertos más de lo habitual, certifica el INE. Ellos aún nos cuentan que 25.000. Y aquí no dimite nadie. Con la que liaron por la muerte de un perro.

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