Málaga pondrá en marcha de su Zona de Bajas Emisiones, ZBE, el 1 de enero de 2024. Iniciativa loable, si queremos disminuir la contaminación restringiendo el uso de los vehículos más contaminantes.

Según lo publicado, se proponen tres áreas. Aunque dos de ellas se crearon hace tiempo al peatonalizarlas. Al centro histórico y la zona norte de Carreterías no acceden muchos más vehículos de los que seguirán accediéndolo cuando se ponga en marcha la iniciativa. Y en el ensanche Heredia solo resta por ver cómo quedará el aparcamiento en superficie. La peatonalización ha llegado donde puede, el acceso a los edificios de aparcamiento es inevitable y la eliminación del tráfico en calle Córdoba, complicada. La tercera zona, el "perímetro general", es la que presenta dudas. Planteando la actuación como una estrategia concéntrica, el área abarca el Perchel, la Trinidad y el Ejido, llegando desde Capuchinos a la playa por el Camino Nuevo. Una estrategia en mancha de aceite cuya relación con los problemas de contaminación no está clara porque es difícil encontrar un mapa de calidad del aire por barrios. Pero, sobre todo, un planteamiento que no explica cómo se prevé soslayar que el tráfico este-oeste de la ciudad la atraviesa. Si se quiere pasar de un extremo a otro de Málaga, se puede circunvalar. Pero, si se necesita ir desde Pedregalejo a Juan XXIII, no queda más remedio que tomar el eje litoral. El mismo en el que, reconociendo su importancia como arteria de comunicación, el Plan Litoral pretende soterrar el tráfico. Si la ZBE se lo veta a un elevado número de vehículos, tan posible es que parte de los usuarios tomen el transporte el público como que otros no tengan más remedio rodear la zona prohibida y trasladen el tráfico a unos barrios cuya trama urbana no está preparada. La contaminación, en esas barriadas de escasa dotación de zonas verdes, vendrá por añadidura.

El problema no es, como explica el concejal del ramo, que estemos dando vueltas para encontrar aparcamiento cuando bajamos al centro. Cualquier malagueño sabe que si baja en coche va de cabeza a un parquin. Si hay plaza. El problema es ir desde el Limonar a la estación de tren sin dar un rodeo de 7 kilómetros y medio y 25 minutos, complicando el tráfico por el camino, en lugar de cruzar 3,5 en solo 10. El coche, mientras más tiempo está en marcha, más contamina y evitarlo pasa por un transporte público sostenible.

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