Bombín es a bombón

De nada sirve mantenerse en un cargo tras no denunciar graves delitos o incumplir las obligaciones fiscales

Allá por el año 1964 la dictadura de Franco lanzó un mensaje: "25 años de paz". Fue la revista La Codorniz la que, sutilmente, complementó dicho texto: "25 años de paz-ciencia española", lo cual leído todo seguido enviaba un toque de atención al Gobierno de turno. Evidentemente la ley establecía la posibilidad de cerrar la edición y así se hizo. En su posterior apertura fue famosa la portada que decía: "Bombín es a bombón como cojín es a X; y me importa 3 X que me cierren la edición". No hace falta ser muy inteligente para saber cual fue la reacción de la censura y como nuevamente se clausuró la revista. Es lógico que a los gobiernos no les guste mucho la información que se pueda publicar contra ellos, por muchos golpes de pecho sobre democracia y libre pensamiento que se den, pero hay una prueba muy sencilla de cuando alcanzan su decadencia, y es el momento en que quieren regular la libertad de expresión.

Las frases expresadas a lo largo de la semana sobre la regulación de la libertad de expresión de los medios de comunicación, por parte de la vicepresidenta del Gobierno, o la proliferación de noticias falsas indicada por el presidente, muestran el fin de una época. En estos momentos un gobierno debe saber irse porque, de no hacerlo, serán sus socios más populistas los que, basándose en su experiencia carioca tan enriquecedora, traten de imponer un modelo de censura y de control de la información propio de las dictaduras bananeras. Y eso, téngase claro, sería el principio del fin de la socialdemocracia española y la vuelta a sus orígenes más truculentos y guerracivilistas. Y, si después de tanto tiempo achacando a la derecha su pasado más conservador, se indujese la más mínima censura y se plantease la persecución de la prensa libre, la ciudadanía se daría cuenta de cuales fueron las realmente falsas noticias difundidas para alcanzar el poder.

Cuando vemos como los ministros se ven pillados en asuntos de los más variopintos, sabemos que la ley les permite defender su honor y denunciar al medio acusador. Pero si no lo hacen deben dimitir. De nada sirve mantenerse en un cargo tras no denunciar graves delitos o incumplir las obligaciones fiscales, porque la sombra del descrédito ya se ha posado sobre ti. Y cuando las pruebas son tan claras y audibles como ahora, antes de que nos sonrojemos todos los españoles es mejor que se sonroje el preboste de turno.

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