Editorial

'Botellón', se impone la lógica

EL Ayuntamiento de Málaga, después de varios meses dándole vueltas, ha tomado la única decisión posible: prohibir la práctica del botellón en las calles de la ciudad, conforme a lo que marca la ley. Las obras del Plan del Puerto, que afectarán en el futuro al recinto acotado del Paseo de los Curas, donde desde hace más de un año se celebra esta concentración juvenil los fines de semana, hacen inviable la utilización de este espacio. El área de Juventud también promovió una encuesta entre jóvenes para buscar un emplazamiento alternativo, con siete opciones distintas y en la que curiosamente salió como zona preferida el túnel de la Alcazaba. La medida, no exenta de polémica, es sin embargo en estos momentos menos traumática, ya que el número de usuarios que frecuentaba el Paseo de los Curas apenas llegaba a los 1.500 cuando en la Plaza de la Merced la concentración de los fines de semana sobrepasaba las 5.000 personas. El hecho de que la supresión se aplique durante los meses de verano también se ve desde el Consistorio como el periodo más propicio para su eliminación, ya que en estos meses las alternativas para el ocio nocturno se diversifican. La decisión ha sido acogida con satisfacción por el sector hostelero del centro de la capital, que veía en el botellódromo municipal una amenaza para sus negocios. Ahora anuncian que desde el próximo fin de semana, cuando entrará en vigor esta medida, la mayoría de los bares y locales de copas del casco histórico rebajarán sus precios al objeto de atraer esa clientela joven y de escaso poder adquisitivo. Desde la oposición, la supresión ha sido criticada por el PSOE, que considera que provocará un efecto rebote, con pequeños focos en el centro donde se reanudará esta práctica con las consiguientes molestias para los residentes. Los vecinos también temen el aumento de las molestias por la movida nocturna. Izquierda Unida insiste en que se busque alternativas y considera que habilitar el túnel de la Alcazaba es viable. Estamos ante un tema de complicada respuesta, pero ni ética ni socialmente es admisible que una Administración como el Ayuntamiento, que debe velar por la salud de sus ciudadanos, destinara su infraestructura para facilitar una actividad en la que la mayoría de sus participantes, según las encuestas, confiesa que consiste en emborracharse. La opción ahora pasa por ofrecer alternativas de ocio atractivas al alcohol, para intentar luchar contra estos hábitos nocivos para los jóvenes, y cumplir la ley que impide su consumo en la calle. Es el único camino.

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