La tribuna

Rafael Caparrós

¿Brotes verdes?

19 de mayo 2009 - 01:00

CORREN malos tiempos para quienes defienden el carácter científico de la economía, es decir, para quienes entienden que es una ciencia pura y dura como las matemáticas, la astronomía o la biología. Y cuyo objeto, por tanto, sería el descubrimiento de las leyes que presiden el funcionamiento económico de las sociedades, para así poder predecir el acaecimiento de futuros acontecimientos. En realidad, la economía es siempre, como subrayara Marx, Economía Política, y, por tanto, es una ciencia "blanda", como lo son, por lo demás, todas las ciencias sociales.

Buena prueba de ello es el hecho de que ninguno de los defensores de la economía neoliberal más cientificista -desde la OCDE al FMI, el BCE, o el Banco Mundial- fueron capaces de prever la actual crisis económica, como tampoco los politólogos empiristas supieron anticipar en su día la caída del Muro de Berlín y la implosión del mal llamado comunismo de la URSS. Y si esos economistas no fueron capaces de anticiparse a su origen, ¿cómo vamos a creerles ahora cuando nos hablan de su pronta finalización, de "brotes verdes", o de indicios de recuperación?

Sería imposible trazar aquí una mínima recapitulación de los múltiples planteamientos positivistas-cientificistas que circulan sobre la crisis económica y su posible duración. Por no hablar de los planteamientos políticos meramente voluntaristas; optimistas, como los que sistemáticamente exhibe Rodríguez Zapatero; o pesimistas, como los de Aznar en su pintoresco libro España puede salir de la crisis, una verdadera antología del disparate, donde pronostica que la crisis -cuya causalidad atribuye al "socialismo económico" aplicado durante estos últimos años por el Gobierno español (sic)-, durará diez años y ofrece al lector perlas inestimables, como la de afirmar, en clave del más ortodoxo neoliberalismo, que lo que ha fallado en el origen de esta crisis no es el mercado, sino el Estado, ya que existía regulación legal para controlar las hipotecas basura, "pero era mala. Y quienes aprobaron esas reglas defectuosas fueron los Estados. De nuevo, lo que aquí hubo es un fallo del Estado."

Recientemente varios pronunciamientos neoliberales positivistas han subrayado la confluencia de signos de recuperación, aunque todavía incipiente. El Banco de España, el BCE y la OCDE han entonado al unísono y urbi et orbe el nuevo mantra de los "brotes verdes", apoyándose en una leve recuperación de los mercados financieros y las Bolsas, así como de los índices de confianza en Europa y EEUU. Hasta qué punto es fiable esa valoración es discutible, pero todo parece indicar que nos encontramos más bien ante lo que los anglosajones llaman un wishful thinking, o pensamiento en el que se confunden la realidad y el deseo, encaminado a lanzar una self-fulfilling prophecy o profecía que se autopropulsa.

Uno de los planteamientos positivistas más destacable, tanto por su pesimismo como por su rotundidad, es el que nos ofrece Santiago Niño, catedrático de Estructura Económica de la Universidad de Zaragoza, en su libro El crash del 2010. Toda la verdad sobre la crisis, donde sostiene que actualmente estamos todavía en la precrisis, ya que la verdadera crisis económica comenzará en 2010; que los años más duros de la crisis serán 2010, 2011 y 2012; que terminará en 2018; y que se saldará con unos niveles históricamente desconocidos de quiebras de empresas y de destrucción de empleo."La crisis, la verdadera crisis, cuando estalle a mediados del 2010, será tremenda, paralizante, una auténtica caída a plomo; será deflación, depresión, nada comparable a pasadas recesiones que usted haya vivido. Será algo semejante al sentimiento que se refleja en los rostros de la gentes que muestran las imágenes tomadas durante la Gran Depresión. (…) Los de esas gentes son los rostros de una crisis profunda, sistémica, como la que en estos momentos ya está llamando a nuestras puertas." (Pág. 178).

En cualquier caso, confiar en los tan publicitados brotes verdes puede resultar ingenuo si se considera que sigue pendiente la solución de la auténtica madre del cordero de esta crisis: la normalización del sistema financiero, ya que buena parte de la actividad de bancos y cajas sigue estando lastrada por la depreciación de activos de sus balances y por el riesgo de explosión de la morosidad, además de que las reformas regulatorias esbozadas hasta ahora son claramente insuficientes. Como siempre, ha sido Paul Krugman, quien mejor ha expresado el problema: "Los entendidos de Wall Street se están tomando las suaves medidas bancarias adoptadas hasta ahora como una señal de que pronto podrán volver a jugar los mismos juegos que antes. Mientras los banqueros sigan pensando que los resultados de las pruebas de resistencia son tranquilizadores, los demás deberíamos estar muy, pero que muy, asustados."

stats