HAS tardado en llegar, amigo 2010, exactamente dos mil nueve años de la era cristiana más los milenios insondables de las cavernas. Y con eso y todo, aquí estamos los terrícolas con las mayores esperanzas. Somos de esa especie que nunca escarmienta. A cada año ofrecemos poco esfuerzo y le pedimos que nos traiga esto y aquello, sin pagar peaje. Salud, negocios, estudios, empleo, felicidad. Ni siquiera queremos recordar el atronador verso de Quevedo de "soy un fue y un será y un es cansado", Así somos y así seremos, pero quién sabe si el 2010, que ha tenido tanto tiempo para estudiarnos, no descarga sentido común como aperitivo a la voluntad de mejorarnos. En este caso, ante la posible exigencia de contraprestaciones, varios sociólogos han reunido unas sabrosas conclusiones como moneda de pago. La primera de todas recoge la preocupación de los ciudadanos por sus políticos, de acuerdo con las últimas encuestas. Están hasta el gorro de los bocados, caras de perro, gritos e insultos. A los parlamentos acuden para hablar con el hígado, dejando el ingenio, la facultad de discurrir con facilidad y salero, y el humor, la disposición a alegrar y animar las reuniones, en el cuarto de la basura. Conmigo cambiará el ácido ambiental, anuncia el 2010. Con Pepe Bono he acordado instalar en las Cortes saquitos de la risa que a las primeras palabras salpicadas de bilis comienzan a funcionar automáticamente, carcajeando el ambiente. Tienen, además, la ventaja de que el único freno de las risotadas serán las lágrimas alegres de los diputados. Demasiadas penas acarrea la vida para que encima tengáis que tragaros el malaje político, apostilla 2010 en su empeño de eliminar la malasombra como mercancía al uso encubridora de la falta de ideas, de claridad. Pego por aquí, grito por allá, insulto a troche y moche, pongo cara de Lucifer y mando la política en su sentido de definir acciones de progreso y convivencia, a tomar viento porque así disimulo lo que no tengo: aptitud. Con el saquito las caras torvas cambiarán y a mandíbula batiente disfrutaremos de la gracia de sus señorías.
Traigo también en el bolsillo el listado de los causantes de la crisis (este 2010 no va a dejar títeres con cabeza). La manera facilona de engañar a las gentes consiste en achacar una y mil veces el agujero de los dineros sólo al Gobierno aproximándolo a la socorrida anécdota del borracheras que abroncado por su etilismo acaba por balbucear "no, si ahora resulta que todo el vino me lo he bebido yo". Sonriente pregunta 2010 por una institución pública, bien Ayuntamiento, bien Diputación o autonomía de reconocida notoriedad por su austeridad, contención y arte en el manejo de los fondos, del dinero del pueblo. Ni de broma sale un ejemplo. Dinero, más dinero suenan voces por doquier. Aquí traigo, 2010 rebusca en su cartera, un marcador electrónico con indicadores de los gastos diarios, sueldos, festejos, dietas, comidas, coches, todo con un lenguaje inteligible, capaz de esclarecer al hombre de la calle por donde desfilan sus cuartos. La primera condición de cualquier orador al subir a la tribuna debiera ser confesar cuánto cuesta su cargo. El tópico de las cuentas claras y el chocolate espeso no pierde ni pizca de actualidad desde los tiempos de Adán y Eva. Y en esta otra bolsa llevo pistoletas de lluvia roja. A todos los amigos de lo ajeno más que de lo propio, tránsfugas, jetas, voy a pintarlos del color de la vergüenza de por vida como no aprovechen la oportunidad que les doy de cantar la gallina, devolver la pasta y quedarse en su casa asando castañas. Manotadas de billetes a diestro y siniestro, desgajadas de su sitio, son ingredientes esenciales de las crisis.
Si queréis felicidad, habréis de ganárosla. Ocurre lo mismo con la salud -vida sana y dieta mediterránea (a ver si con las campanadas de San Silvestre cierra el pico este bullanguero 2010)-. No quiero olvidar nada: a los especuladores les he preparado todos los días varias dosis del baile de San Vito y, así, cuando alguien delante de vosotros comience una samba peniquebrada, tener la completa seguridad de su pertinencia al gremio de las ganancias negras.
De todas las fatigas señaladas os aliviaré si aprendéis la lección y echáis un poquito de carne al asador. Mi misión principal, sigue 2010, es la de haceos felices, queridos amigos, de que estéis en posesión de bienes y virtudes, de veros con un bienestar que sepa a gloria. Y voy a trabajar para lograrlo. Antes de finalizar, me saco del bolsillo dos asuntillos más: el primero, el deporte se os está yendo de las manos. Docenas de millones de euros en fichajes, primas y premios, desvirtúan los goles, las raquetas y la diversión. Muchos cheques locos, demasiados.
Y, finalmente, el premio gordo: la presidencia de Europa. Todos, todos tenemos que esforzarnos en ser los campeones contra el paro y la depresión económica, la debacle del clima. Dándole sentido de Estado a la gestión europea ganaréis el campeonato político. Os lo digo yo, el año 2010, con los sones del Himno a la alegría, la coral del genial Beethoven, con énfasis en el verso de "todos los hombres seremos hermanos"…
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