Cambio de sentido
Carmen Camacho
Zona de alcanfort
AÚN hoy quedan unos cuantos cursis que sostienen que el Senado sirve porque mejora nuestras leyes, aunque en privado los senadores le confesarán que piensan como usted y como yo: la Cámara Alta no se justifica. El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, ha propuesto que el Senado se traslade a Cataluña, y las encuestas se han salido: los catalanes han salido a las plazas para recibir la buena nueva y se han olvidado de sus deseos independentistas, las esteladas, arrojadas al suelo, ya son historia, los toros han vuelto a las plazas, los euros regresan desde Andorra e Iceta actúa en el Bolshoi.
Menos guasa. Ni como Cámara territorial, si es que lo llega a ser algún día, servirá este parlamento de retales y de imputados donde los partidos depositan a sus ex presidentes jubilados, a los críticos con algún poder y gente molesta que gozan, sin embargo, del privilegio de la patadita para arriba. Es una gran bota de los turbios, esa barrica donde van los malos vinos, los avinagrados, las turbideces y los añejos que no han madurado bien. Y lo mismo da, entre todos lo han enterrado.
A pesar de las duras palabras que el líder del PP, Juanma Moreno, vertió sobre el PSOE cuando cobijaron en la diputación permanente del Parlamento andaluz a los ex consejeros imputados por los ERE, lo que le procuró a este partido una campaña electoral tranquila sin los sustos de Mercedes Alaya, a pesar de lo dicho por su portavoz Carlos Rojas y a pesar de todo lo oído desde entonces, los populares no han tenido el menor problema en blindar a la ex alcaldesa de Jerez María José García-Pelayo en la misma Cámara Alta. Del mismo modo, exactamente la misma estrategia: entra en la diputación permanente del Senado para que mantenga su condición de aforada y su imputación por su relación con la Gürtel sólo se abordable por el Supremo. García-Pelayo no es una chica de Bárcenas ni de Correa, pero alguien le recomendó que esos chicos tan majos de Madrid podrían montarle el puestecito de Fitur.
Si Pelayo sigue en el Senado, seguirá pasando las tediosas tardes con, entre otros, Rita Barberá y con Fabra, y podrá prepararle la bienvenida a su conocido, el socialista gaditano Francisco González Cabaña. Como el PSOE quiere renovar a Cabaña -no es tan mayor pero ha sido mucho- lo envía al Senado, como si la Cámara estuviese exenta de la necesidad de regeneración, hogar de mayores, paraguas de imputados. Aún se debe acordar Cabaña de cuando Griñán le obligó a dejar la Alcaldía de su pueblo por el Congreso.
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