Cambio de sentido
Carmen Camacho
Zona de alcanfort
LA obstinación del presidente de la Generalitat valenciana, Francisco Camps, en presentarse a la reelección pese a estar incurso en un procedimiento judicial por corrupción política ha provocado el efecto lógico: coloca al Partido Popular en una situación comprometida. Es bastante probable que su líder nacional, Mariano Rajoy, deba disputar las elecciones generales a Alfredo Pérez Rubalcaba mientras su compañero Camps se sienta en el banquillo de los acusados. El auto del instructor del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana decretando la apertura de juicio oral contra Francisco Camps y otros dirigentes regionales por un presunto delito de cohecho impropio es una pésima noticia para las expectativas electorales de Rajoy. Su reacción ha sido la habitual: cuatro días después de haberse conocido el procesamiento de su correligionario, el candidato popular a la Moncloa continúa sin pronunciarse al respecto, rehuyendo las preguntas de los periodistas, como si la cosa no fuera con él. El caso es que va con él: durante todo el proceso de instrucción Mariano Rajoy no ha sido capaz de convencer a Francisco Camps de que se retire, e incluso ha consentido, además de las numerosas mentiras de éste sobre el pago de sus trajes y sus relaciones con los cabecillas del caso Gürtel, que se presentara a las elecciones con el vano propósito de que su éxito en las urnas le redimiera de su responsabilidad política y penal en el escándalo de los regalos recibidos. No es así como funciona el sistema democrático, porque las elecciones no lavan las irregularidades supuestamente cometidas, que corresponde enjuiciar en exclusiva a los tribunales de Justicia. El empecinamiento de Camps y la pasividad de Rajoy perjudican al Partido Popular en su conjunto. Tal como ha quedado la situación, a Rajoy no le queda otra salida que convencer al fin al presidente valenciano de que dimita antes de acudir como acusado de corrupción política ante un jurado o, en su defecto, promover la destitución de su pertinaz compañero. Mientras más tarde, peor.
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