Censura en diferido

Han sido ya muchos los políticos que han dimitido al comprobarse el plagio de sus obras literarias y tesis

20 de marzo 2023 - 01:33

En En el siglo III a.C. se introdujo el término latino "plagium" para denominar el "uso de un esclavo ajeno como si fuera propio". Desde entonces el concepto sobre el "plagio" ha ido evolucionando y hoy es protegido por los derechos de autor como respuesta a aquellos que tratan de ahorrarse el trabajo duro usando el de los demás. Por ello la filtración de la moción de censura de Ramón Tamames no es un simple desliz, sino la constatación de la autoría de una obra antes de que nadie quiera o pueda apropiársela, y eso ha sido y es una maniobra muy inteligente.

Han sido ya muchos los políticos de democracias occidentales que han dimitido al comprobarse el plagio de sus obras literarias y tesis doctorales. En los países más avanzados esto es, sin duda, un deshonor para los que lo cometen y marca la senda sobre la capacidad para engañar a otros que estos individuos pudieran tener. En España, hasta ahora, se ha dejado pasar, como si no tuviera importancia alguna, pero ha llegado el momento de usar dicho plagio como arma política, y la estrategia está dando sus frutos.

Cual senda de migas de pan en el camino, se ha simulado una brecha de seguridad y se ha transmitido a la opinión pública el texto de la moción de censura. Esto ha despertado un morbo inusitado que ha hecho leer concienzudamente cada párrafo y, por tanto, conocer a fondo sus propuestas y soluciones. Es evidente que ahora, el presidente del gobierno, ni puede ni debe usar este texto para responder a un catedrático en economía de la talla del señor Tamames, so pena de ser tachado de plagio. La originalidad de las propuestas de Pedro Sánchez, por otra parte, deberán estar a la altura del contrincante, así que el millar de asesores estará trabajando muy duro para conformar una alternativa que no utilice en lo más mínimo las tesis del contrincante.

Esta estrategia, ya usada en algún que otro congreso científico, es muy interesante, porque segrega a los investigadores entre los creadores de las ideas y los recopiladores de las de otros. En alguna ocasión, incluso, los textos contienen algún que otro error para forzar al concienzudo plagiador a construir su crítica más iracunda, quitándolo hábilmente del texto final y dejando al personaje sin argumentos. Como puede observarse, el uso político del tejemaneje académico está servido, y veremos si las capacidades intelectuales están a la altura del espectáculo, o no.

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