Cambio de sentido

Chinches

En la ciudad del amor saltan chinches en las camas, y ya han llegado a España, en la simpática variante ‘apestosa’

Como buena friqui, retozo con los temas de Los Ganglios, y hay uno, titulado Hay, que es un inventario de las cosas que hallaremos en el futuro que, como saben, ya no es lo que era. Dice la letra, premonitoria a más no poder: “En el futuro no hay rayos láser. Machetes y puñales, eso sí que hay”. Santa palabra, a tenor de lo que estamos presenciando en la nueva guerra –la muy antigua herida abierta, en canal y por el artículo 33, en tierra palestina–, o lo que nos queda por vivir, vista en Granada la actitud de una Europa encastillada que, diría García Argüez, no huele ni un poquito a Góngora ni a cabras. Sumemos al cóctel Ucrania como pretexto letal de estrategas, el horror de Yemen o el giro vergonzante de este Gobierno, ahora en funciones, sobre el Sahara Occidental, que volvió a dejar tirados a ciudadanos sin ciudades que un día no lejano fueron nuestros compatriotas.

Y siguen desafinando, proféticamente, Los Ganglios: “En el futuro no hay humanoides. Ratones y piojos, de eso sí que hay”. Lavangelio. En París, la ciudad del amor, saltan chinches en las camas. Parece ser que esta plaga de estos chupasangres resistentes a los insecticidas, la peor desde la Segunda Guerra Mundial, recorre Europa, y nos cuentan que ya han saltado a España, en una simpática variante denominada apestosa. Sumemos a esto las noticias acerca de la autorización en Sevilla, con urgencia, de una batida para acabar con la presencia generalizada de ratas. Sumemos también que este octubre pican los mosquitos con más sed que en agosto, que las plantas se están volviendo locas, que la vendimia termina en la fecha en la que antes se comenzaba, y que las tostadas a este paso las vamos untar con aire, como esas freidoras que hacen las papas con el éter. Y hay quienes votan, porque tiene que haber de todo, a los que niegan el cambio climático, como niegan la violencia que siega la vida de tantas mujeres porque el simple hecho de serlo. Tampoco arreglan mucho quienes se esfuerzan en el paripé de combatir los efectos del cambio climático sin reparar en las causas del mismo, que constituyen el verdadero problema.

Termina la copla con este repaso: “Machetes y puñales, hay. Ratones y piojos, hay. Pesadillas nucleares, hay. Tumores cerebrales, hay”. Los casos de cáncer en jóvenes no cesan de subir, es una epidemia global emergente. Definitivamente, se nos está echando el futuro encima. Y no actuamos, o mejor dicho, no dejamos de actuar como solemos, con tanta inconsciencia.

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