Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Un drama
Alto y claro
Una encuesta publicada estos días, con motivo del 40 aniversario del fracaso del golpe de Estado, dice que el 70% de los españoles de entre 18 y 34 años no saben quién fue Tejero ni tienen muy claro qué fue lo que pasó el 23 de febrero de 1981 en el Congreso. Para los que estamos ya muy lejos de esa franja de edad y somos capaces de recordar con precisión dónde y con quién nos enteramos de que había tiros en el Congreso, el hecho puede parecer sorprendente e incluso nos llevaría a preguntarnos qué es lo que se explica en los colegios y los institutos sobre la Historia contemporánea de España. Pero bien mirado, tampoco es tan extraño. Los acontecimientos más o menos recientes, en los que todavía muchos de sus protagonistas y muchos de los que los presenciaron están todavía vivos, tienen una singular capacidad para remover conciencias y provocar reacciones. Recuerdo que en mis años de Bachillerato, los magníficos profesores que supieron despertar en mí el interés por la Historia -los periodistas no somos otra cosa que historiadores del momento- tenían especial cuidado en recrearse todo lo posible la explicación del siglo XIX para que les llegara el final de curso sin explicar ni la Guerra Civil ni sus causas. Mejor, pensarían, aunque estaba en el programa y en los manuales se recogía de forma más o menos sucinta, no meterse en materias que todavía escocían.
En el caso del 23-F, la actuación de los golpistas y la respuesta del Rey puede haber algún elemento similar. Pero lo que hay sobre todo es una cultivada cultura de la ignorancia que se ha impuesto de forma concluyente durante los últimos años. Resulta paradójico que en los tiempos en el que, gracias a la tecnología, la información fluye como un torrente y no hay niño mayor de diez años que no se pase horas conectado a la pantalla de su móvil, la ignorancia haya ganado la partida de forma tan concluyente. Incluso se presume de ella y no se trata de ocultar. Que siete de cada diez jóvenes encuestados admitan abiertamente que lo ignoran todo sobre un capítulo de la historia reciente que ha sido clave para que ellos hayan podido crecer en libertad refleja que se sienten a gusto instalados en esa ignorancia y que les importa muy poco lo que pasara hace unos pocos años en su país. El fomento de esa cultura está en el origen de algunos de los males que padecemos. Sin ir más lejos, el nivel de algunos de nuestros debates. O tipos de la catadura moral de tal Hasel.
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