En tránsito
Eduardo Jordá
Resurrección
En tránsito
Si el PP tuviera algo remotamente parecido a un servicio de propaganda en vez de un criadero de caniches, ya estaría difundiendo los vídeos de la manifestación contra los atentados de Barcelona de 2017. Probablemente ya nadie se acuerde de nada, pero en agosto de 2017 unos jóvenes de origen magrebí organizaron una matanza en Barcelona y Cambrils que dejó 17 muertos (gente que paseaba tan tranquila por la calle). Estaría bien que lo recordáramos ahora que todo el mundo busca excusas para los terroristas de Hamas, porque en aquel momento también se buscaron toda clase de excusas. Bien, el caso es que se organizó en Barcelona una manifestación de repulsa. Y durante la manifestación, el Rey y Rajoy fueron abucheados por una muchedumbre que hacía ondear banderas independentistas y exhibía pancartas en las que se acusaba al rey Felipe de ser nada menos que traficante de armas. “Felipe, quien quiere la paz no trafica con armas”, le gritaban aquellos ciudadanos que concentraban su furia en el rey constitucional en vez de dirigirla contra los autores de la masacre. Portentoso.
Lo importante del asunto es que tanto el Rey como Rajoy soportaron estoicamente los abucheos, que duraron mucho tiempo y que se realizaron muy cerca de ellos. Jamás torcieron el gesto ni pusieron la más mínima mueca de incomodidad. Las filmaciones están en YouTube: búsquenlas y lo verán. En cambio, el jueves pasado, durante el desfile de la fiesta nacional, el apolíneo Pedro Sánchez –el caudillo victorioso que ha derrotado a la derecha extrema y a la extrema derecha– tuvo que soportar unos breves abucheos. “Que te vote Txapote”, le gritaron unos energúmenos. ¿Y qué hizo el invicto caudillo Sánchez? Agachó tres veces la cabeza, se rascó nervioso la nariz, tensó la mandíbula y puso cara de consternación. Parecía un concursante de Gran Hermano cuando el Súper le recrimina en prime time que le haya robado el yogur de coco a Oriana, quien ahora está “hiperofendida”: “¿Te das cuenta, Pedro: era el yogur de Oriana? Y se los robado”. Qué bochorno.
Los abucheos son una prueba de un doloroso fracaso colectivo. Pero es ridículo protestar cuando te abuchean a ti y en cambio callarse cuando abuchean a tus adversarios. Y esto es lo que hemos institucionalizado en la España bananera: respeto para mí, odio para los demás. Qué desastre.
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