Cambio de sentido
Carmen Camacho
Zona de alcanfort
El problema del presidente del Gobierno no es, solo, que pueda arruinar su credibilidad haciendo un día una cosa y veinticuatro horas después la contraria. Apareciendo de pronto como un tibio socialdemócrata, al estilo de su vicepresidenta Nadia Calviño, y al rato como un fustigador fiscal de las grandes empresas como le pide su ministra Ione Belarra. O que un viernes pacte una ley que debería blindar la memoria de las víctimas de la violencia y la represión con los herederos de los verdugos y que un sábado se presente en Ermua como adalid del espíritu que derrotó a los terroristas. El problema principal no es que haya arruinado su credibilidad, sino que ha logrado que muchos millones de españoles hayan desconectado. Cada vez son más los ciudadanos, y eso lo reflejan con claridad los sondeos de opinión, que lo único que esperan de este Gobierno y de este presidente es que vayan pensando en recoger y en dejar paso a otros.
Le pasa a Pedro Sánchez, hasta cierto punto, algo parecido a lo que le pasó a José Luis Rodríguez Zapatero cuando la crisis de 2008 lo arrolló y le dejó en 2011 a Mariano Rajoy una mayoría absoluta que conquistó sin que se le moviera un pelo de la barba. Esta vez da la impresión de que a Alberto Núñez Feijóo se va a encontrar un regalo parecido, aunque quizás de dimensión más limitada. El líder del PP avanza con paso firme hacia la Moncloa, pero sin molestarse en hacer grandes anuncios o propuestas que puedan ilusionar a los votantes en medio de los presagios negros que se anuncian en la economía. No: se limita a hacer declaraciones muy medidas criticando a su rival, pero sin hacer tampoco demasiados aspavientos. Como si esperase que la Presidencia del Gobierno vaya a caerle en las manos cuando toque, como una fruta madura.
El Debate sobre el estado de la Nación ha vuelto a poner de relieve que Pedro Sánchez no ha llegado a la política por casualidad y que es capaz de improvisar golpes de efectos. Pero parece que ya va a ser tarde. Una vez que la gente ha decidido desconectar es muy complicado volver a tejer complicidades. El presidente del Gobierno produce cansancio. Un cansancio que no es capaz de superar ni con buenos datos de empleo ni con medidas más o menos efectistas. Si el otoño se confirma tan oscuro como apuntan todos los pronósticos, veremos una caída en pendiente como la que hundió para siempre a Zapatero. Y mientras tanto, Feijóo mirando de reojo a San Telmo y sin mover un dedo.
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