Doble fondo

Roberto Pareja

Desfilando

26 de mayo 2015 - 01:00

LA paz de los cementerios se ha instalado sobre los rescoldos del albero pirotécnico de la campaña electoral en flancos insospechados. El caso mas flagrante es el de Esperanza Aguirre, que se encomendó en vano al espíritu santo -sin asaltos burdos al cielo del poder, con su simple salto a la arena electoral- para ser alcaldesa de la capital de España. O el de Rita Barberá, con la que ha dejado de comulgar tan masivamente como en los anteriores veinte años el electorado de la capital valenciana hasta hacerle mascullar "¡qué hostia, qué hostia!" cuando el recuento de votos ya había certificado su virtual acta de defunción como alcaldesa para arder en la falla a mano izquierda rezongando "no me gusta, no me gusta", como si no acabara de digerir incrédula que le hubieran negado el pan de su mayoría absoluta de cada día de elecciones.

Ganar como siempre para perder como nunca debe ser muy duro. Rajoy comparecía ayer a media tarde con cara de abatimiento para volver a exigir que gobierne la lista más votada, como si no se hubiera enterado después de unos cuantos lustros de politiqueo de que las elecciones son para ganarlas, pero básicamente para formar gobiernos. Como los medios forman opiniones. No parece baladí que el presidente hablara y hablara mientras en el rótulo de la parte inferior de la pantalla se incrustaba un buen rato su frase estrella: "Vamos a defender siempre la primacía de la lista más votada". Era la cadena pública, TVE, como bien puede adivinarse.

En la acera de enfrente, en Ferraz, no había ayer tampoco jolgorio, por mucho que el PSOE vaya a salir de las catacumbas de la oposición en cientos de ayuntamientos y varias comunidades. Es curiosa la tradicional mutación poselectoral de los discursos de los líderes, ¿verdad Pedro?, que donde veían en campaña a un tipejo o tipeja poco de fiar ahora lo ven hasta como yerno o nuera ideales. Habrá que cruzar los dedos para que los dos nuevos apóstoles de la rex pública que han tomado la escena tan dispuestos a poner coto a los consabidos y consolidados desmanes consigan que decencia y políticos dejen de ser antónimos para el común de los mortales y no nos quiten las ganas de volver a desfilar ante la urna siquiera para hacer desfilar a su casa a unos cuantos, que tanta paz lleven como descanso dejan.

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