Ignacio del Valle

Después de la orgía

En este presente anfibio estamos en la orilla, vamos que hemos salido rana

Gregorio Luri llenó el chiquero cultural de la Malagueta. Llegó a las siete con una carpeta roja. El respetable acudía al cartel del maestro en el ciclo que dirige Jose Carlos Ruiz. Luri Medrano es Pedagogo y doctor en Filosofía autor de una treintena de libros como " El valor del esfuerzo: ¿Qué es el mérito?", "La escuela no es un parque de atracciones" o "En busca del tiempo en que vivimos". Y de días convulsos iba la bacanal intelectual con el siguiente señuelo: "En el cenit de una orgía", cuenta Jean Baudrillard en Cool memories, "un hombre susurró al oído de una mujer: ¿Qué vas a hacer después de la orgía?" Hoy, 30 años después, lo que estamos haciendo es la respuesta a esa pregunta. Si Baudrillard estaba asistiendo al fin de la orgía

¿A qué estamos asistiendo nosotros? Una primera respuesta la ofreció el Musée d'ethnographie de Neuchâtel con una exposición del 2012 titulada "Qu'est-ce que vous faites après l'Apocalypse?" El debate entre lo nuevo y lo bueno. Lo que no acaba de irse y lo que tarda en asentarse. La llegada envenenada del fin del mundo Luri se la toma con el antídoto de haber releído a Aristóteles y el Diálogo El Banquete de Platón de forma compulsiva. Incluso optimista, tono que agradecimos los viejenials que peregrinamos a la conferencia desconcertados por la política de la cancelación cada vez que abrimos la tecla. "Hoy para tener libertad de pensamiento tenemos que controlar la libertad de la palabra" En este presente fragmentado y anfibio estamos en la orilla, vamos que hemos salido rana. El maestro Luri apuntó que filosofar es meterse donde no te llaman y de paso nos ojiplató con tres pautas para la felicidad de una vida sentida y pensada: la risa, el matrimonio y la cerveza. Como no, se adentró en el fangoso charco de los planes educativos y las angustias hardolescentes. Agradecimos la calidez comprensiva del diálogo de Jose Carlos Ruiz con Gregorio Luiri. Las referencias asequibles a pensadores de tomo y lomo, ya sabe esos que lucimos tan precintados como polvorientos en el anaquel de la estantería. Una charla analgésica. Ni pavor a la inteligencia artificial generativa, ni ecoansiedad. Pura virtud o desarrollo excelente de una función: la de divulgar que tengamos esperanza, menor miedo de nosotros mismos en los límites de nuestro alma y en el de los hijos de Cenacheriland.

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