Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

coleraquiles@gmail.com

Desunidas quizá no podamos

A veces, parece que la izquierda, fragmentada y regañona, siente regomello de ganar unas elecciones

Le he pedido a mi hijo que me dé razones para votar, sin muchas restricciones mentales, a los partidos que he votado siempre. Primero al PCE, después a Izquierda Unida, incluso he votado a Podemos. Estuve a punto de abstenerme, cuando se les ocurrió a los jóvenes revolucionarios del 15M llamar Unidas Podemos a la fusión / abducción de la formación heredera del PCE. El uso del femenino como genérico, que aún sigue usando la formación morada –un ‘nosotras’ que no entienden ni muchas mujeres posibles votantes, porque lo perciben como reduccionista y que molesta, por excluyente, a votantes masculinos–, siempre me pareció una prueba más de lo renuente que es cierta izquierda a hacerse con el poder y que, cuando lo barrunta, cuando las masas fluctuantes parecen quererla y van a votarla, e, incluso, en una primera contienda electoral, tras su aparición, van y la votan, sienten estos izquierdistas ‘puros’ como un regomello, como una incomodidad de ocupar el poder en ‘una estructura estatal burguesa’, que les hace poner pies en pared y buscar todas las forma y maneras de perder votos, de deshacerse de ellos, de vomitarlos, de tirarlos al basurero, asqueados. Es como un resabio anarquista de nuestra izquierda, el mismo que la lleva a apoyar los nacionalismos periféricos, a hacer todo lo posible porque se fragmente el ‘estado capitalista’, para que así, una vez debilitado, troceado, le sea más fácil asaltarlo, deglutirlo: acabar con ‘su’ poder. Los partidos que dicen estar a la izquierda del PSOE, utilizan procedimientos muy eficaces para que sus posibles votantes les den la espalda. No renuncian al de más éxito en sus sucesivos fracasos electorales: la fragmentación; ni a la pulsión pedagógica que les lleva a convertir sus siglas y sus propuestas en enseñanzas y sermones; en zascas, catecismos y doctrina, desdeñando una norma elemental del discurso político, si se quieren ganar elecciones, que consiste en que ‘todos’ se sientan interpelados por él y llamados a sumarse a un proyecto atractivo. Mi hijo me ha mandado una lista suculenta de logros económicos y sociales conseguidos gracias a la presión ejercida por los partidos de la coalición gobernante, situados a la izquierda del PSOE, sobre esta formación de centro izquierda. Y me ha convencido, pero más que nada porque soy blando y empecinado.

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