¿Elecciones locales?

Con el fin de diabolizar a Pedro Sánchez intentan concentrar el voto de la derecha en el PP

Ha sido esta una campaña electoral confusa en la que, como en la Armada Invencible, se ha tenido que luchar contra los elementos. Se puede decir que ninguno de los principales partidos ha conseguido imponer su propia estrategia, y bastante han tenido con surfear y no naufragar ante los imprevistos que desde el primer momento han ido interfiriendo en el programado discurso de sus líderes. Desde el inoportuno proyecto de ley sobre Doñana, pasando por las listas de Bildu, los despistes geográficos de Feijóo o los escándalos de la compra de votos, todos han sido accidentes sobrevenidos de los que los candidatos han intentado defenderse o aprovecharse y han conseguido prácticamente ocultar el mensaje de una campaña electoral local y autonómica. Es bien sabido que a los estados mayores de las principales fuerzas electorales no le interesan demasiado los particulares resultados de este tipo de comicios y solo les preocupa sus consecuencias en la política nacional. Si esto siempre ha sido así, esta vez, cuando las generales están a pocos meses vista, la sombra de la confrontación nacional se ha hecho tan densa que ha difuminado los perfiles de los líderes locales y regionales, que son los que realmente se presentan a estas elecciones.

Esta confusión, que ha estado presente durante toda la campaña, se mantendrá con seguridad en la valoración que se haga de los resultados a partir de la noche del domingo. Está claro que las fuerzas que obtengan unos buenos resultados intentarán por todos los medios dar a estos comicios un valor de anticipo de las elecciones generales y tratarán de proclamarse triunfadoras anticipadoa de la contienda. Por contra, si los resultados finales no sonríen, pretenderán limitar sus efectos al ámbito regional y local, negando cualquier valor a la extrapolación que se pretenda hacer sobre la política nacional. Igualmente, aquellos candidatos que consigan un triunfo electoral no tardarán en atribuir la victoria a sus méritos personales y a lo acertado de sus propuestas. Mientras que si el resultado final es la derrota, argumentarán que ha sido la campaña nacional y sus vicisitudes la causa de su resultado negativo. En definitiva, bien por lo accidentado de esta campaña o por las pretensiones de hacer de esta confrontación electoral un termómetro indiscutible de las próximas generales, lo cierto es que, una vez más, la política local y regional será el poder oculto al que le cuesta trabajo brillar con luz propia y seguirá viviendo, salvo excepciones, a la sombra de la ventura de la nacional.

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